viernes, 31 de julio de 2020

2020 HÁBLAME DE TI: Día 153 de un curso de milagros

2020 HÁBLAME DE TI: Día 153 de un curso de milagros: Ofrenda 213 para mi árbol de dorados frutos de mi vida . 1.       Tú que te sientes amenazado por este mundo cambiante, por sus camb...

Día 153 de un curso de milagros


Ofrenda 213 para mi árbol de dorados frutos de mi vida.

1.      Tú que te sientes amenazado por este mundo cambiante, por sus cambios de fortuna y amargas ironías, por sus fugaces relaciones y por todos los "regalos" que únicamente te presta para más tarde arrebatártelos, presta mucha atención a lo que aquí decimos. El mundo no ofrece ninguna seguridad. Está arraigado en el ataque. Y todos los "regalos" que aparentemente ofrecen seguridad no son más que engaños. El mundo no hace sino atacar una y otra vez. Es imposible gozar de paz mental allí donde el peligro acecha de ese modo.

2.      El mundo no puede sino ponerte a la defensiva. Pues la amenaza produce ira, y la ira hace que el ataque parezca razonable, que ha sido honestamente provocado y que está justificado por haber sido en defensa propia. Una actitud defensiva, no obstante, supone una doble amenaza. Pues da testimonio de la debilidad, y establece un sistema de defensas que simplemente no es viable. Ahora los débiles se debilitan aún más, pues hay traición afuera y una traición todavía mayor adentro. La mente se halla ahora confusa, y no sabe adónde dirigirse para poder escapar de sus propias imaginaciones.

3.      Es como si estuviera encerrada dentro de un círculo, dentro del cual otro círculo la atenaza, y dentro de ése, otro más, hasta que finalmente pierde toda esperanza de poder escapar. Los ciclos de ataque y defensa, y de defensa y ataque, convierten las horas y los días en los círculos que atenazan a la mente como gruesos anillos de acero reforzado, los cuales retornan, mas sólo para iniciar todo el proceso de nuevo. No parece haber respiro ni final para este aprisionamiento que atenaza cada vez más a la mente.

4.      El precio de las defensas es el más alto de los que exige el ego. La locura que reina en ellas es tan aguda que la esperanza de recobrar la cordura parece ser sólo un sueño fútil y encontrarse más allá de lo que es posible. La sensación de amenaza que el mundo fomenta es mucho más profunda, y sobrepasa en tal manera cualquier intensidad o frenesí que jamás te hayas podido imaginar, que no tienes idea de toda la devastación que ello ha ocasionado.

5.      Tú eres su esclavo. No sabes lo que haces del miedo que le tienes. Tú que sientes su mano de hierro atenazándote el corazón, no entiendes lo mucho que has tenido que sacrificar. No te das cuenta de cómo has saboteado la santa paz de Dios con tu actitud defensiva. Pues ves al Hijo de Dios como víctima del ataque de las fantasías y de los sueños e ilusiones que él mismo forjó, indefenso ante su presencia y necesitado de defensas en forma de más fantasías y más sueños en los que las ilusiones de que está a salvo lo consuelen.

6.      La indefensión es fortaleza. Da testimonio de que has reconocido al Cristo en ti. Tal vez recuerdes que el texto afirma que siempre eliges entre la fortaleza de Cristo y tu propia debilidad, la cual se ve como algo aparte de Él. La indefensión jamás puede ser atacada porque reconoce una fuerza tan inmensa, que ante ella el ataque es absurdo, o un juego tonto que un niño cansado jugaría cuando tiene tanto sueño que ya ni se acuerda de lo que quiere.

7.      Cualquier actitud defensiva implica debilidad. Proclama que has negado al Cristo y que ahora temes la ira de Su Padre. ¿Qué puede salvarte ahora del delirio de un dios iracundo, cuya aterrante imagen crees ver tras todos los males del mundo? ¿Qué otra cosa sino las ilusiones podrían defenderte ahora, cuando son las ilusiones contra lo que estás luchando?

8.      Hoy no vamos a jugar tales juegos infantiles. Pues nuestro verdadero propósito es salvar al mundo, y no estamos dispuestos a intercambiar el gozo infinito que nos brinda llevar a cabo nuestra función por insensateces. No vamos a dejar que la felicidad se nos escape debido a que un fragmento de un sueño absurdo haya cruzado nuestras mentes y hayamos confundido las figuras que en él aparecen con el Hijo de Dios y al fugaz instante que dicho sueño duró con la eternidad.

9.      Hoy miraremos más allá de los sueños, y reconoceremos que no necesitamos defensas porque fuimos creados inexpugnables, sin ningún pensamiento, deseo o sueño en el que el ataque pudiera tener sentido alguno. Ahora nos es imposible temer, pues hemos dejado atrás todos los pensamientos temerosos. Y en la indefensión nos erguimos protegidos, con la tranquila certeza de que ahora estamos a salvo, seguros de la salvación; seguros de que llevaremos a cabo el propósito que hemos elegido, a medida que nuestro ministerio vaya impartiendo su santa bendición por todo el mundo.

10.    Permanece muy quedo por un instante y piensa en silencio cuán santo es tu propósito, cuán seguro descansas y cuán invulnerable eres en su luz. Los ministros de Dios han elegido dejar que la verdad more con ellos. ¿Quién es más santo que ellos? ¿Quién podría estar más seguro de que su felicidad está plenamente garantizada? ¿Y quién podría estar más fuertemente protegido? ¿Qué defensa podrían necesitar los que se cuentan entre los elegidos de Dios, al haber sido ésa Su elección, así como la de ellos?

11.    La función de los ministros de Dios es ayudar a sus hermanos a elegir lo mismo que ellos eligieron. Dios los ha elegido a todos, pero muy pocos se han dado cuenta de que Su Voluntad es la de ellos. Y mientras no enseñes lo que has aprendido, la salvación seguirá esperando y las tinieblas mantendrán al mundo inexorablemente aprisionado. Y no reconocerás que la luz ha venido a ti y que ya te has escapado. Pues no verás la luz hasta que se la ofrezcas a todos tus hermanos. Y al ellos tomarla de tus manos, reconocerás que es tu luz.

12.    Podría decirse que la salvación es un juego que juegan niños felices. Fue diseñada por Uno que ama a Sus Hijos y que desea sustituir sus temibles juguetes por juegos felices que les enseñan que el juego del miedo ya se acabó. El juego que Dios les ofrece les enseña lo que es la felicidad porque en él nadie pierde. Todo aquel que participa no puede sino ganar, y con su victoria queda asegurada la victoria de todos los demás. Los niños abandonan gustosamente el juego del miedo cuando reconocen los beneficios que brinda la salvación.

13.    Tú que has jugado a haber perdido toda esperanza, a haber sido abandonado por tu Padre y a haberte quedado solo y aterrorizado en un mundo temible, enloquecido por el pecado y la culpabilidad, sé feliz ahora. Ese juego ha acabado. Ahora ha llegado un tiempo sereno en el que guardamos los juegos de la culpabilidad, y ponemos bajo llave para siempre nuestros extraños e infantiles pensamientos de pecado, apartándolos de las puras y santas mentes de las criaturas del Cielo y del Hijo de Dios.

14.    Nos detenemos sólo por un instante más para jugar nuestro último juego feliz en esta tierra. Y luego pasamos a ocupar el lugar que nos corresponde allí donde mora la verdad y donde los juegos no tienen sentido. Y así acaba la historia. Permite que este día haga que su último capítulo se acerque más al mundo, para que cada cual comprenda que el cuento que lee en el que se habla de un destino aterrador, de esperanzas truncadas, de irrisorias defensas contra una venganza de la que no hay escapatoria, no es sino su propia fantasía delirante. Los ministros de Dios han venido a despertarlo de los sueños tenebrosos que esa historia ha evocado en la confusa y desconcertada memoria que él tiene de ese cuento distorsionado. El Hijo de Dios puede por fin sonreír al darse cuenta de que no es verdad.

15.    Hoy practicamos siguiendo un formato que vamos a utilizar por algún tiempo. Comenzaremos cada día concentrando nuestra atención en el pensamiento diario el mayor tiempo posible. Cinco minutos es lo mínimo que dedicaremos a prepararnos para un día en el que la salvación es nuestro único objetivo. Diez sería mejor; quince, todavía mejor. Y a medida que las distracciones que nos desvían de nuestro propósito vayan disminuyendo, nos daremos cuenta de que media hora aún es muy poco tiempo para pasar con Dios. Y no estaremos dispuestos a concederle por la noche, felizmente y llenos de gratitud, menos tiempo de eso.

16.    A medida que recordemos ser fieles a la Voluntad que compartimos con Dios, nuestra creciente paz aumentará con el transcurrir de cada hora. Habrá ocasiones en las que tal vez un minuto o incluso menos será lo máximo que podamos dedicarle cuando el reloj marque las horas. A veces se nos olvidará por completo. Y en otras ocasiones asuntos mundanos acapararán nuestra atención y nos resultará imposible distanciarnos de ellos por un momento para centrar nuestros pensamientos en Dios.

17.    Sin embargo, cuando podamos hacerlo, seremos fieles a nuestro cometido como ministros de Dios, recordando nuestra misión y Su Amor cada hora. Y nos sentaremos en silencio a esperarlo y a escuchar Su Voz que nos dirá lo que Él desea que hagamos durante la hora siguiente, mientras le damos las gracias por todos los regalos que nos concedió en la que acaba de transcurrir.

18.    Con el tiempo y la práctica nunca más dejarás de pensar en Él o de oír Su amorosa Voz guiando tus pasos por serenos rumbos por los que caminarás en un estado de absoluta indefensión. Pues sabrás que el Cielo va contigo. No permitirás que tu mente se aparte de Él un solo instante, aun cuando tu tiempo transcurra ofreciéndole la salvación al mundo. ¿Dudas acaso de que Él no vaya a hacer que esto sea posible para ti que has elegido llevar a cabo Su plan para la salvación del mundo, así como para la tuya?

19.    Nuestro tema de hoy es nuestra indefensión. Nos revestimos de ella mientras nos preparamos para afrontar el día. Nos alzamos fuertes en Cristo, y dejamos que nuestra debilidad desaparezca, al recordar que Su fortaleza mora en nosotros. A lo largo del día nos recordaremos a nosotros mismos que Él permanece a nuestro lado y que nuestra debilidad nunca carece del apoyo de Su fortaleza. Invocaremos Su fortaleza cada vez que sintamos que la amenaza de nuestras defensas socava nuestra certeza de propósito. Nos detendremos por un momento, al oírle decir: "Aquí estoy".

20.    Tu práctica empezará a adquirir ahora la vehemencia del amor, para ayudarte a evitar que tu mente se desvíe de su propósito. No tengas miedo ni timidez. No hay duda de que alcanzarás tu objetivo final. Los ministros de Dios jamás pueden fracasar, pues el amor, la fortaleza y la paz que irradia desde ellos a todos sus hermanos proceden de Él. Ésos son los dones que Él te ha dado. Estar libre de toda defensa es todo lo que necesitas darle a cambio. Dejas a un lado únicamente lo que nunca fue real, a fin de contemplar a Cristo y ver Su impecabilidad.


jueves, 30 de julio de 2020

2020 HÁBLAME DE TI: Día 152 de un curso de milagros

2020 HÁBLAME DE TI: Día 152 de un curso de milagros: Mi ofrenda 212 para el árbol de dorados frutos de mi vida   1.       Nadie puede sufrir pérdida alguna a menos que ésa haya sido su p...

Día 152 de un curso de milagros

Mi ofrenda 212 para el árbol de dorados frutos de mi vida 

1.      Nadie puede sufrir pérdida alguna a menos que ésa haya sido su propia decisión. Nadie sufre dolor salvo cuando él mismo así lo decide. Nadie puede estar afligido, sentir temor o creer que está enfermo a menos que eso sea lo que desea. Y nadie muere sin su propio consentimiento. Jamás ocurre nada que no sea una representación de tus deseos, ni se te niega nada de lo que eliges. He aquí tu mundo, completo hasta el más ínfimo detalle. He aquí toda la realidad que tiene para ti. Mas es sólo ahí donde se encuentra la salvación.
                                 
2.      Tal vez creas que ésta es una postura extrema o demasiado abarcadora para poder ser verdad. Mas ¿podría la verdad hacer excepciones? Si se te ha dado todo, ¿cómo podría ser real perder? ¿Puede acaso el dolor ser parte de la paz, o el pesar de la dicha? ¿Cómo podrían el miedo y la enfermedad adentrarse en una mente en la que moran el amor y la santidad perfecta? La verdad tiene que abarcarlo todo, si es que es la verdad. No aceptes opuestos ni excepciones, pues hacer eso es contradecir la verdad.

3.      La salvación es el reconocimiento de que la verdad es verdad, y de que nada más lo es. Has oído esto antes, pero puede que todavía no hayas aceptado ambas partes de la aseveración. Sin la primera, la segunda no tiene sentido. Pero sin la segunda, la primera deja de ser verdad. La verdad no puede tener opuestos. No se puede hacer suficiente hincapié en esto o pensar en ello con demasiada frecuencia. Pues si lo que no es verdad fuese tan cierto como lo que es verdad, entonces parte de la verdad sería falsa y la verdad dejaría de tener significado. Sólo la verdad es verdad, y lo que es falso, falso es.

4.      Ésta es la más simple de las distinciones, si bien, la más ambigua. Mas no porque sea una distinción difícil de percibir, sino porque se halla oculta tras una amplia gama de opciones que no parecen proceder enteramente de ti. Y así, la verdad parece tener algunos aspectos que ponen en entredicho su consistencia, si bien no parecen ser contradicciones que tú mismo hayas introducido.

5.      Tal como Dios te creó, tú no puedes sino seguir siendo inmutable; y los estados transitorios son, por definición, falsos. Eso incluye cualquier cambio en tus sentimientos, cualquier alteración de las condiciones de tu cuerpo o de tu mente; así como cualquier cambio de conciencia o de tus reacciones. Esta condición de abarcamiento total es lo que distingue a la verdad de la mentira, y lo que mantiene a lo falso separado de la verdad, y como lo que es.

6.      ¿No es acaso extraño que consideres arrogante pensar que fuiste tú quien fabricó el mundo que ves? Dios no lo creó. De eso puedes estar seguro. ¿Qué puede saber Él de lo efímero, del pecado o de la culpabilidad? ¿Qué puede saber de los temerosos, de los que sufren y de los solitarios; o de la mente que vive dentro de un cuerpo condenado a morir? Pensar que Él ha creado un mundo en el que tales cosas parecen ser reales es acusarlo de demente. Él no está loco. Sin embargo, sólo la locura da lugar a semejante mundo.

7.      Pensar que Dios creó el caos, que contradice Su Propia Voluntad, que inventó opuestos a la verdad y que le permite a la muerte triunfar sobre la vida es arrogancia. La humildad se daría cuenta de inmediato de que estas cosas no proceden de Él. ¿Y sería posible acaso ver lo que Dios no creó? Pensar que puedes, es creer que puedes percibir lo que la Voluntad de Dios no dispuso que existiera. ¿Y qué podría ser más arrogante que eso?

8.      Seamos hoy verdaderamente humildes y aceptemos lo que hemos hecho tal como es. Tenemos el poder de decidir. Decide únicamente aceptar el papel que te corresponde como co-creador del universo, y todo eso que crees haber fabricado desaparecerá. Lo que entonces emergerá en tu conciencia será todo lo que siempre ha estado ahí, lo cual ha sido eternamente como es ahora. Y entonces pasará a ocupar el lugar de los auto-engaños que inventaste a fin de usurpar el altar del Padre y del Hijo.

9.      Hoy vamos a practicar la verdadera humildad, abandonando la falsa pretensión con la que el ego intenta probar que la humildad es arrogancia. Sólo el ego puede ser arrogante. Pero la verdad es humilde, puesto que reconoce su propio poder, su inmutabilidad y su eterna plenitud, totalmente abarcadora, la cual es el regalo perfecto que Dios le hace a Su Hijo amado. Dejaremos a un lado la arrogancia, que afirma que somos pecadores, culpables, temerosos y que estamos avergonzados de lo que somos; y en lugar de ello, elevaremos nuestros corazones con verdadera humildad hasta Aquel que nos creó inmaculados y semejantes a Él en poder y en amor.

10.    Tenemos el poder de decidir. Y aceptamos de Él aquello que somos, y reconocemos humildemente al Hijo de Dios. Reconocer al Hijo de Dios implica asimismo que hemos dejado a un lado todos los conceptos acerca de nosotros mismos y que hemos reconocido su falsedad. También hemos percibido su arrogancia. Y con humildad aceptamos jubilosamente como nuestros el esplendor del Hijo de Dios, su mansedumbre, su perfecta pureza, el Amor de su Padre, así como su derecho al Cielo y a liberarse del infierno.

11.    Ahora nos unimos en gozoso reconocimiento de que las mentiras son falsas y de que sólo la verdad es verdad. Al levantarnos pensaremos únicamente en la verdad, y pasaremos cinco minutos practicando sus caminos, alentando a nuestras temerosas mentes con lo siguiente: Tengo el poder de decidir. Hoy me aceptaré a mí mismo tal como la Voluntad de mi Padre dispuso que yo fuese. Luego aguardaremos en silencio, abandonando todo auto-engaño, según le pedimos humildemente a nuestro Ser que se revele ante nosotros. Y Aquel que nunca nos abandonó volverá de nuevo a nuestra conciencia, agradecido de poder devolverle a Dios Su morada, tal como siempre debió ser.

12.    Espéralo pacientemente hoy, e invítalo cada hora con las palabras con las que diste comienzo al día, el cual se debe concluir con esa misma invitación a tu Ser. La Voz de Dios te contestará, pues Él habla en tu nombre y en el de tu Padre. Él sustituirá todos tus frenéticos pensamientos por la paz de Dios, los autoengaños por la verdad de Dios y tus ilusiones acerca de ti mismo por el Hijo de Dios.



miércoles, 29 de julio de 2020

2020 HÁBLAME DE TI: Día 151 un curso de milagros

2020 HÁBLAME DE TI: Día 151 un curso de milagros: Ofrenda 211 colocada en el árbol de dorados frutos de mi vida. 1.       Nadie puede juzgar basándose en pruebas parciales. Eso no ...

2020 HÁBLAME DE TI: Día 151 un curso de milagros

2020 HÁBLAME DE TI: Día 151 un curso de milagros: Ofrenda 211 colocada en el árbol de dorados frutos de mi vida. 1.       Nadie puede juzgar basándose en pruebas parciales. Eso no ...

Día 151 un curso de milagros

Ofrenda 211 colocada en el árbol de dorados frutos de mi vida.


1.      Nadie puede juzgar basándose en pruebas parciales. Eso no es juzgar. Es simplemente una opinión basada en la ignorancia y en la duda. Su aparente certeza no es sino una capa con la que pretende ocultar la incertidumbre. Necesita una defensa irracional porque es irracional. Y la defensa que presenta parece ser muy sólida y convincente, y estar libre de toda duda debido a todas las dudas subyacentes.

2.      No pareces poner en tela de juicio el mundo que ves. No cuestionas realmente lo que te muestran los ojos del cuerpo. Tampoco te preguntas por qué crees en ello, a pesar de que hace mucho tiempo que te diste cuenta de que los sentidos engañan. El que creas lo que te muestran hasta el último detalle es todavía más extraño si te detienes a pensar con cuánta frecuencia su testimonio ha sido erróneo. ¿Por qué confías en ellos tan ciegamente? ¿No será por la duda subyacente que deseas ocultar tras un alarde de certeza?

3.      ¿Cómo ibas a poder juzgar? Tus juicios se basan en el testimonio que te ofrecen los sentidos. No obstante, jamás hubo testimonio más falso que ése. Mas ¿de qué otra manera excepto ésa, juzgas al mundo que ves? Tienes una fe ciega en lo que tus ojos y tus oídos te informan. Crees que lo que tus dedos tocan es real y que lo que encierran en su puño es la verdad. Esto es lo que entiendes, y lo que consideras más real que aquello de lo que da testimonio la eterna Voz que habla por Dios Mismo.

4.      ¿A eso es a lo que llamas juzgar? Se te ha exhortado en muchas ocasiones a que te abstengas de juzgar, mas no porque sea un derecho que se te quiera negar. No puedes juzgar. Lo único que puedes hacer es creer en los juicios del ego, los cuales son todos falsos. El ego dirige tus sentidos celosamente, para probarte cuán débil eres, cuán indefenso y temeroso, cuán aprehensivo del justo castigo, cuán ennegrecido por el pecado y cuán miserable por razón de tu culpabilidad.

5.      El ego te dice que esa cosa de la que él te habla, y que defendería a toda costa, es lo que tú eres. Y tú te lo crees sin ninguna sombra de duda. Mas debajo de todo ello yace oculta la duda de que él mismo no cree en lo que con tanta convicción te presenta como la realidad. Es únicamente a sí mismo a quien condena. Es en sí mismo donde ve culpabilidad. Es su propia desesperación lo que ve en ti.

6.      No prestes oídos a su voz. Los testigos que te envía para probarte que su propia maldad es la tuya, y que hablan con certeza de lo que no saben, son falsos. Confías en ellos ciegamente porque no quieres compartir las dudas que su amo y señor no puede eliminar por completo. 4Crees que dudar de sus vasallos es dudar de ti mismo.

7.      Sin embargo, tienes que aprender a dudar de que las pruebas que ellos te presentan puedan despejar el camino que te lleva a reconocerte a ti mismo, y dejar que la Voz que habla por Dios sea el único juez de lo que es digno que tú creas. Él no te dirá que debes juzgar a tu hermano basándote en lo que tus ojos ven en él, ni en lo que la boca de su cuerpo le dice a tus oídos o en lo que el tacto de tus dedos te informa acerca de él. Él ignora todos esos testigos, los cuales no hacen sino dar falso testimonio del Hijo de Dios. Él reconoce sólo lo que Dios ama, y en la santa luz de lo que Él ve todos los sueños del ego con respecto a lo que tú eres se desvanecen ante el esplendor que Él contempla.

8.      Deja que Él sea el Juez de lo que eres, pues en Su certeza la duda no tiene cabida, ya que descansa en una Certeza tan grande que ante Su faz dudar no tiene sentido. Cristo no puede dudar de Sí Mismo. La Voz que habla por Dios puede tan sólo honrarle y deleitarse en Su perfecta y eterna impecabilidad. Aquel a quien Él ha juzgado no puede sino reírse de la culpabilidad, al no estar dispuesto ya a seguir jugando con los juguetes del pecado, ni a hacerle caso a los testigos del cuerpo al encontrarse extático ante la santa faz de Cristo.

9.      Así es como Él te juzga. Acepta Su Palabra con respecto a lo que eres, pues Él da testimonio de la belleza de tu creación y de la Mente Cuyo Pensamiento creó tu realidad. ¿Qué importancia puede tener el cuerpo para Aquel que conoce la gloria del Padre y la del Hijo? ¿Podrían acaso los murmullos del ego llegar hasta Él? ¿Qué podría convencerle de que tus pecados son reales? Deja asimismo que Él sea el Juez de todo lo que parece acontecerte en este mundo. Sus lecciones te permitirán cerrar la brecha entre las ilusiones y la verdad.

10.    Él eliminará todo vestigio de fe que hayas depositado en el dolor, los desastres, el sufrimiento y la pérdida. Él te concede una visión que puede ver más allá de estas sombrías apariencias y contemplar la dulce faz de Cristo en todas ellas. Ya no volverás a dudar de que lo único que te puede acontecer a ti a quien Dios ama, son cosas buenas, pues Él juzgará todos los acontecimientos y te enseñará la única lección que todos ellos encierran.

11.    Él seleccionará los elementos en ellos que representan la verdad, e ignorará aquellos aspectos que sólo reflejan sueños fútiles. Y reinterpretará desde el único marco de referencia que tiene, el cual es absolutamente íntegro y seguro, todo lo que veas, todos los acontecimientos, circunstancias y sucesos que de una manera u otra parezcan afectarte. Y verás el amor que se encuentra más allá del odio, la inmutabilidad en medio del cambio, lo puro en el pecado y, sobre el mundo, únicamente la bendición del Cielo.

12.    Tal es tu resurrección, pues tu vida no forma parte de nada de lo que ves. Tu vida tiene lugar más allá del cuerpo y del mundo, más allá de todos los testigos de lo profano, dentro de lo Santo, y es tan santa como Ello Mismo. En todo el mundo y en todas las cosas Su Voz no te hablará más que de tu Creador y de tu Ser, el Cual es uno con Él. Así es como verás la santa faz de Cristo en todo, y como oirás en ello el eco de la Voz de Dios.

13.    Hoy practicaremos sin palabras, excepto al principio del período que pasamos con Dios. Introduciremos estos momentos con una repetición lenta del pensamiento con el que comienza el día. Después observaremos nuestros pensamientos, apelando silenciosamente a Aquel que ve los elementos que son verdad en ellos. Deja que Él evalúe todos los pensamientos que te vengan a la mente, que elimine de ellos los elementos de sueño y que te los devuelva en forma de ideas puras que no contradicen la Voluntad de Dios.

14.    Ofrécele tus pensamientos, y Él te los devolverá en forma de milagros que proclaman jubilosamente la plenitud y la felicidad que como prueba de Su Amor eterno Dios dispone para Su Hijo. Y a medida que cada pensamiento sea así transformado, asumirá el poder curativo de la Mente que vio la verdad en él y no se dejó engañar por lo que había sido añadido falsamente. Todo vestigio de fantasía ha desaparecido. Y lo que queda se unifica en un Pensamiento perfecto que ofrece su perfección por doquier.

15.    Pasa así quince minutos al despertar, y dedica gustosamente quince más antes de irte a dormir. Tu ministerio dará comienzo cuando todos tus pensamientos hayan sido purificados. Así es como se te enseña a enseñarle al Hijo de Dios la santa lección de su santidad. Nadie puede dejar de escuchar cuando tú oyes la Voz que habla por Dios rendirle honor al Hijo de Dios. Y todos compartirán contigo los pensamientos que Él ha re-interpretado en tu mente.

16.    Tal es tu Pascua. Y de esa manera depositas sobre el mundo la ofrenda de azucenas blancas como la nieve que reemplaza a los testigos del pecado y de la muerte. Mediante tu transfiguración el mundo se redime y se le libera jubilosamente de la culpabilidad. Ahora elevamos nuestras mentes resurrectas llenos de gozo y agradecimiento hacia Aquel que nos restituyó la cordura.

17.    Y recordaremos cada hora a Aquel que es la salvación y la liberación. Y según damos las gracias, el mundo se une a nosotros y acepta felizmente nuestros santos pensamientos, que el Cielo ha corregido y purificado. Ahora por fin ha comenzado nuestro ministerio, para llevar alrededor del mundo las buenas nuevas de que en la verdad no hay ilusiones, y de que, por mediación nuestra, la paz de Dios les pertenece a todos.


martes, 28 de julio de 2020

2020 HÁBLAME DE TI: Día 150 un curso de milagros

2020 HÁBLAME DE TI: Día 150 un curso de milagros: Ofrenda 210 en mi árbol de dorados frutos que es la vida. Con esto se acaban todas las decisiones. Pues con ésta lección llegamos ...

Día 150 un curso de milagros


Ofrenda 210 en mi árbol de dorados frutos que es la vida.


Con esto se acaban todas las decisiones. Pues con ésta lección llegamos a la decisión de aceptarnos a nosotros mismos tal como Dios nos creó. No hay conflicto que no entrañe la simple pregunta: "¿Qué soy?" Mas ¿quién podría hacer esta pregunta sino alguien que se ha negado a reconocerse a sí mismo? Sólo esta negativa a aceptarte a ti mismo es lo que hace que la pregunta parezca sincera. Lo único que cualquier cosa viviente puede saber con certeza es lo que ella es. Desde esta perspectiva de certeza, contempla otras cosas que tienen tanta certeza como ella misma.

Tener incertidumbre con respecto a lo que indudablemente eres es una forma de auto-engaño tan monumental, que es difícil concebir su magnitud. Estar vivo y no conocerte a ti mismo es creer que en realidad estás muerto. Pues, ¿qué es la vida sino ser lo que eres?

Sin embargo, no podría estar vivo si no supiese la respuesta. Si pregunta como si no supiese, ello es señal de que no quiere ser lo que es.

De esta manera, se vuelve inseguro con respecto a su vida, pues lo que ésta es, él mismo lo ha negado. Esta negación es lo que hace que tengas necesidad de la Expiación. Tu negación no cambió en nada lo que eres. Pero tú has dividido tu mente en dos partes: una que conoce la verdad y otra que no. Tú eres tú mismo. De esto no hay duda. Sin embargo, lo dudas. Más no te preguntas qué parte de ti es la que puede realmente poner en duda lo que eres. Aquello que hace esa pregunta no puede realmente ser parte de ti. Pues le hace la pregunta a alguien que sabe la respuesta. Mas si fuese parte de ti, entonces la certeza sería imposible.

La Expiación pone fin a la extraña idea de que es posible dudar de ti mismo y no estar seguro de lo que realmente eres. Esto es el colmo de la locura. Sin embargo, es la pregunta universal del mundo.

Nada de lo que el mundo cree es verdad. Pues el mundo es un lugar cuyo propósito es servir de hogar para que aquellos que dicen no conocerse a sí mismos puedan venir a cuestionar lo que son. Y seguirán viniendo hasta que se acepte la Expiación y aprendan que es imposible dudar de uno mismo, así como no ser consciente de lo que se es.

 Lo único que se te puede pedir es tu aceptación, pues lo que eres es algo incuestionable. Lo que eres fue establecido para siempre en la santa Mente de Dios y en la tuya propia.

Tenemos una misión aquí. No vinimos a reforzar la locura en la que una vez creímos. No nos olvidemos del objetivo que aceptamos. Vinimos a alcanzar mucho más que nuestra propia felicidad. Lo que aceptamos ser, proclama lo que todo el mundo no puede sino ser junto con nosotros. No les falles a tus hermanos, pues, de lo contrario, te estarás fallando a ti mismo. Contémplalos con amor, para que puedan saber que forman parte de ti y que tú formas parte de ellos.

Esto es lo que la Expiación enseña, y lo que demuestra que la unidad del Hijo de Dios no se ve afectada por su creencia de que no sabe lo que es. Acepta hoy la Expiación, no para cambiar la realidad, sino simplemente para aceptar la verdad de lo que eres, y luego sigue tu camino regocijándote en el infinito Amor de Dios. Esto es lo único que se nos pide hacer. Esto es lo único que haremos hoy.

Comenzaremos con este repaso acerca de nuestra misión: Aceptaré la Expiación para mí mismo, pues aún soy tal como Dios me creó. No hemos perdido el conocimiento que Dios nos dio cuando nos creó semejantes a Él.

Lección 140 La salvación es lo único que cura.

La palabra "cura” no puede aplicársele a ningún remedio que el mundo considere beneficioso. Lo que el mundo percibe como un remedio terapéutico es sólo aquello que hace que el cuerpo se sienta "mejor". Mas cuando trata de curar a la mente, no la considera como algo separado del cuerpo, en el que cree que ella existe. Sus medios de curación, por lo tanto, no pueden sino sustituir una ilusión por otra. Una creencia en la enfermedad adopta otra forma, y de esta manera el paciente se percibe ahora sano.

Mas no se ha curado. Simplemente soñó que estaba enfermo y en el sueño encontró una fórmula mágica para restablecerse. Sin embargo, no ha despertado del sueño, de modo que su mente continúa en el mismo estado que antes. No ha visto la luz que lo podría despertar y poner fin a su sueño.

Los dulces sueños que el Espíritu Santo ofrece son diferentes de los del mundo, donde lo único que uno puede hacer es soñar que está despierto. Los sueños que el perdón le permite percibir a la mente no inducen a otra forma de sueño, a fin de que el soñador pueda soñar otro sueño. Sus sueños felices son los heraldos de que la verdad ha alboreado en su mente. Te conducen del sueño a un dulce despertar, de modo que todos los sueños desaparecen. Y así, sanan para toda la eternidad.

La Expiación cura absolutamente, y cura toda clase de enfermedad. Pues la mente que entiende que la enfermedad no es más que un sueño no se deja engañar por ninguna de las formas que el sueño pueda adoptar. Donde no hay culpabilidad no puede haber enfermedad, pues ésta no es sino otra forma de culpabilidad. La Expiación no cura al enfermo, pues eso no es curación. Pero sí elimina la culpabilidad que hacía posible la enfermedad. Y eso es ciertamente curación. Pues ahora la enfermedad ha desaparecido y no queda nada a lo que pueda regresar.

¡Que la paz sea contigo que has sido curado en Dios y no en sueños vanos! Pues la curación tiene que proceder de la santidad, y la santidad no puede encontrarse allí donde se concede valor al pecado. Dios mora en templos santos.

Lo que hoy nos proponemos es tratar de cambiar de mentalidad con respecto a lo que constituye la fuente de la enfermedad, pues lo que buscamos es una cura para todas las ilusiones, y no meramente alternar entre una y otra. Hoy vamos a tratar de encontrar la fuente de la curación, la cual se encuentra en nuestras mentes porque nuestro Padre la ubicó ahí para nosotros. Está tan cerca de nosotros como nosotros mismos. Está tan cerca de nosotros como nuestros propios pensamientos, tan próxima que es imposible que se pueda extraviar. Sólo necesitamos buscarla y la hallaremos.

Hoy iremos más allá de las apariencias hasta llegar a la fuente de la curación, de la que nada está exento.  Así pues, dejamos a un lado nuestros amuletos y nuestros talismanes, así como nuestras encantaciones y trucos mágicos de la clase que sean.

Hoy escucharemos una sola Voz, la cual nos habla de la verdad en la que toda ilusión acaba, y la paz retorna a la eterna y serena morada de Dios.

Sin nada en nuestras manos a lo que aferrarnos, y con el corazón exaltado y la mente atenta, oremos: La salvación es lo único que cura. Háblanos, Padre, para que nos podamos curar. Y sentiremos la salvación cubrirnos con amorosa protección y con paz tan profunda que ninguna ilusión podría perturbar nuestras mentes, ni ofrecernos pruebas de que es real.

Esto es lo que aprenderemos hoy. Repetiremos cada hora nuestra plegaria de curación, y cuando el reloj marque la hora, dedicaremos un minuto a oír la respuesta a nuestra plegaria, que se nos da según aguardamos felizmente en silencio. Hoy es el día en que nos llega la curación. Hoy es el día en que a la separación le llega su fin y en el que recordamos Quién somos en verdad.


lunes, 27 de julio de 2020

2020 HÁBLAME DE TI: día 149 un curso de milagros

2020 HÁBLAME DE TI: día 149 un curso de milagros: Ofrenda 209 para mi árbol agradecido de sus manzanas de oro  . La curación es lo opuesto a todas las ideas del mundo que tienen que...

día 149 un curso de milagros


Ofrenda 209 para mi árbol de manzanas de oro .

La curación es lo opuesto a todas las ideas del mundo que tienen que ver con la enfermedad y con los estados de separación. Aislarse uno de los demás y rehusar la unión es lo que da lugar a la enfermedad. Ésta se convierte en una puerta tras la cual se encierra a un ser separado, y donde se le mantiene aislado y solo.

La enfermedad es aislamiento. Pues parece mantener a un ser separado del resto, para que sufra lo que los otros no sienten. Le otorga al cuerpo poder absoluto para hacer que la separación sea real y mantener a la mente en solitario confinamiento, dividida en pedazos y sujeta por una sólida muralla de carne enfermiza que no puede trascender.

El mundo acata las leyes que la enfermedad apoya, pero la curación opera aparte de ellas. Es imposible que alguien pueda curarse solo. Más la curación es el resultado de su decisión de ser uno solo nuevamente, y de aceptar su Ser con todas Sus partes intactas e incólumes.

El propósito de la enfermedad es demostrar que las mentiras son verdad. Más la curación demuestra que sólo la verdad es verdad. Curar es meramente aceptar lo que siempre ha sido la simple verdad, lo cual seguirá siendo exactamente como siempre fue.

Así como el perdón desvanecerá con su luz todo pecado y el mundo real ocupará el lugar de lo que has fabricado, asimismo la curación reemplazará las fantasías de enfermedad con las que nublas la simple verdad.

La curación es libertad. Pues demuestra que los sueños no prevalecerán contra la verdad. La curación es algo que se comparte. La curación es fuerza. Pues con su tierna mano se supera la debilidad, y las mentes que estaban amuralladas en un cuerpo quedan liberadas para unirse a otras mentes, y así ser fuertes para siempre.

La curación, el perdón y el feliz intercambio del mundo del dolor por uno en el que la tristeza no tiene cabida, son los medios por los que el Espíritu Santo te exhorta a que lo sigas. Sus dulces lecciones te enseñan cuán fácilmente puedes alcanzar la salvación y cuán poca práctica necesitas para dejar que Sus leyes reemplacen a las que tú promulgaste para mantenerte prisionero de la muerte.

Y a medida que te dejas curar, te das cuenta de que junto contigo se curan todos los que te rodean, los que te vienen a la mente, aquellos que están en contacto contigo y los que parecen no estarlo. Tal vez no los reconozcas a todos, ni comprendas cuán grande es la ofrenda que le haces al mundo cuando permites que la curación venga a ti. Mas nunca te curas solo. Legiones y legiones de hermanos recibirán el regalo que tú recibes cuando te curas.

Recordaremos que nuestra función es permitir que nuestras mentes sean curadas, para que podamos llevar la curación al mundo e intercambiar la maldición por bendiciones, el dolor por la alegría y la separación por la paz de Dios.

Mas debemos estar preparados para semejante regalo. De modo que comenzaremos el día dedicando diez minutos a los pensamientos que siguen a continuación, con los cuales también lo concluiremos por la noche: Cuando me curo no soy el único que se cura. Y quiero compartir, mi curación con el mundo, a fin de que la enfermedad pueda ser erradicada de la mente del único Hijo de Dios, Quien es mi único Ser.

 Lección 138 El Cielo es la alternativa por la que me tengo que decidir.

En este mundo, el Cielo es algo que se elige porque en este mundo se cree que hay alternativas entre las que se puede elegir. Pensamos que todas las cosas tienen un opuesto y que elegimos lo que queremos.

Esta extraña percepción de la verdad es lo que hace que elegir el Cielo parezca ser lo mismo que renunciar al infierno. En realidad, no es así. La oposición le niega la bienvenida a la verdad y ésta no puede hacer acto de presencia.

Elegir es obviamente la manera de poder escapar de lo que aparentemente son opuestos. Tomar una decisión permite que uno de los objetivos en conflicto se convierta en la mira de tus esfuerzos y en lo que empleas el tiempo. Si no tomas una decisión, desperdicias el tiempo y tus esfuerzos se disipan.

Es necesario que se te recuerde que, aunque crees enfrentarte a miles de alternativas, en realidad sólo hay una. E incluso ésta tan sólo aparenta ser una alternativa. No te dejes confundir por todas las dudas que una miríada de decisiones produciría. Tomas solamente una. Y una vez que la has tomado, percibes que no fue una decisión en absoluto, pues sólo la verdad es verdad y nada más lo es. No hay opuesto que se pueda elegir en su lugar. No hay nada que pueda contradecir la verdad.

Toda decisión está basada en lo que se ha aprendido. Y la verdad no es algo que se pueda aprender sino tan sólo reconocer. En este reconocimiento reside su aceptación, y al aceptarse, se conoce. Mas el conocimiento se encuentra más allá de los objetivos que nos proponemos enseñar dentro del marco de este curso.

En este mundo de enajenante complejidad el Cielo parece ser una alternativa en lugar de lo que meramente es. De todas las decisiones que has tratado de tomar, ésta es la más sencilla, la definitiva, el prototipo del resto y la que hace que sea innecesario tomar todas las demás. Incluso si éstas ya se hubiesen resuelto, aquella seguiría sin resolver. Mas cuando la resuelves, las demás se resuelven con ella, pues todas las decisiones parecen ser diferentes precisamente para ocultar la verdadera decisión que tienes que tomar. He aquí la última y única alternativa mediante la cual se acepta o se niega la verdad.

El Cielo es algo que se elige conscientemente. La elección no puede llevarse a cabo hasta que no se hayan visto y entendido claramente las alternativas. Todo lo que se encuentra velado en la penumbra tiene que someterse al entendimiento para ser juzgado nuevamente, mas esta vez con la ayuda del Cielo. Y todos los errores de juicio que la mente cometió previamente pueden ser ahora corregidos, a medida que la verdad los descarta por carecer de causa. Ahora no tienen efectos. No se pueden ocultar, pues se ha reconocido su insustancialidad.

Al despertar nos decidimos por el Cielo, y dedicamos cinco minutos a asegurarnos de que hemos tomado la única decisión que es cuerda. Reconocemos que estamos haciendo una elección consciente entre lo que existe y lo que tan sólo aparenta ser verdad. Más cuando se lleva ante la luz de lo que es real, se ve cuán frágil y transparente es su pseudo existencia. Ahora no inspira terror, pues lo que se hizo enorme, vengativo y despiadado de tanto odio, necesita de la oscuridad para dar cobijo al miedo. Ahora se reconoce que no fue más que un error trivial y sin importancia.

Antes de irnos a dormir esta noche, reafirmaremos la elección que habremos estado llevando a cabo cada hora. Y ahora dedicaremos los últimos cinco minutos de nuestro día a la decisión que tomamos al despertar. Con el pasar de cada hora hemos reafirmado nuestra elección con un breve momento de quietud dedicado a mantener la cordura. Y finalmente, concluiremos el día con lo que sigue a continuación, reconociendo que sólo elegimos lo que realmente queremos: El Cielo es la alternativa por la que me tengo que decidir.

Me decido por él ahora y no cambiaré de parecer, pues es lo único que quiero.


Día 361 un curso de milagros

 Ofrenda 57 para mi árbol de las alegrías.   Sé Tú Quien dirige, pues quiero simplemente seguirte, seguro de que Tu dirección me brindar...