Mi ofrenda 212 para el árbol de dorados frutos de mi vida
1. Nadie puede sufrir pérdida alguna a menos que ésa haya sido su
propia decisión. Nadie sufre dolor salvo cuando él mismo así lo decide. Nadie
puede estar afligido, sentir temor o creer que está enfermo a menos que eso sea
lo que desea. Y nadie muere sin su propio consentimiento. Jamás ocurre nada que
no sea una representación de tus deseos, ni se te niega nada de lo que eliges. He
aquí tu mundo, completo hasta el más ínfimo detalle. He aquí toda la realidad que
tiene para ti. Mas es sólo ahí donde se encuentra la salvación.
2. Tal vez creas que ésta es una postura extrema o demasiado abarcadora
para poder ser verdad. Mas ¿podría la verdad hacer excepciones? Si se te ha
dado todo, ¿cómo podría ser real perder? ¿Puede acaso el dolor ser parte de la
paz, o el pesar de la dicha? ¿Cómo podrían el miedo y la enfermedad adentrarse
en una mente en la que moran el amor y la santidad perfecta? La verdad tiene
que abarcarlo todo, si es que es la verdad. No aceptes opuestos ni excepciones,
pues hacer eso es contradecir la verdad.
3. La salvación es el reconocimiento de que la verdad es verdad, y
de que nada más lo es. Has oído esto antes, pero puede que todavía no hayas
aceptado ambas partes de la aseveración. Sin la primera, la segunda no tiene
sentido. Pero sin la segunda, la primera deja de ser verdad. La verdad no puede
tener opuestos. No se puede hacer suficiente hincapié en esto o pensar en ello
con demasiada frecuencia. Pues si lo que no es verdad fuese tan cierto como lo
que es verdad, entonces parte de la verdad sería falsa y la verdad dejaría de
tener significado. Sólo la verdad es verdad, y lo que es falso, falso es.
4. Ésta es la más simple de las distinciones, si bien, la más
ambigua. Mas no porque sea una distinción difícil de percibir, sino porque se
halla oculta tras una amplia gama de opciones que no parecen proceder
enteramente de ti. Y así, la verdad parece tener algunos aspectos que ponen en
entredicho su consistencia, si bien no parecen ser contradicciones que tú mismo
hayas introducido.
5. Tal como Dios te creó, tú no puedes sino seguir siendo
inmutable; y los estados transitorios son, por definición, falsos. Eso incluye
cualquier cambio en tus sentimientos, cualquier alteración de las condiciones
de tu cuerpo o de tu mente; así como cualquier cambio de conciencia o de tus
reacciones. Esta condición de abarcamiento total es lo que distingue a la
verdad de la mentira, y lo que mantiene a lo falso separado de la verdad, y
como lo que es.
6. ¿No es acaso extraño que consideres arrogante pensar que fuiste
tú quien fabricó el mundo que ves? Dios no lo creó. De eso puedes estar seguro.
¿Qué puede saber Él de lo efímero, del pecado o de la culpabilidad? ¿Qué puede
saber de los temerosos, de los que sufren y de los solitarios; o de la mente
que vive dentro de un cuerpo condenado a morir? Pensar que Él ha creado un
mundo en el que tales cosas parecen ser reales es acusarlo de demente. Él no
está loco. Sin embargo, sólo la locura da lugar a semejante mundo.
7. Pensar que Dios creó el caos, que contradice Su Propia
Voluntad, que inventó opuestos a la verdad y que le permite a la muerte
triunfar sobre la vida es arrogancia. La humildad se daría cuenta de inmediato
de que estas cosas no proceden de Él. ¿Y sería posible acaso ver lo que Dios no
creó? Pensar que puedes, es creer que puedes percibir lo que la Voluntad de
Dios no dispuso que existiera. ¿Y qué podría ser más arrogante que eso?
8. Seamos hoy verdaderamente humildes y aceptemos lo que hemos
hecho tal como es. Tenemos el poder de decidir. Decide únicamente aceptar el
papel que te corresponde como co-creador del universo, y todo eso que crees
haber fabricado desaparecerá. Lo que entonces emergerá en tu conciencia será
todo lo que siempre ha estado ahí, lo cual ha sido eternamente como es ahora. Y
entonces pasará a ocupar el lugar de los auto-engaños que inventaste a fin de
usurpar el altar del Padre y del Hijo.
9. Hoy vamos a practicar la verdadera humildad, abandonando la
falsa pretensión con la que el ego intenta probar que la humildad es
arrogancia. Sólo el ego puede ser arrogante. Pero la verdad es humilde, puesto
que reconoce su propio poder, su inmutabilidad y su eterna plenitud, totalmente
abarcadora, la cual es el regalo perfecto que Dios le hace a Su Hijo amado. Dejaremos
a un lado la arrogancia, que afirma que somos pecadores, culpables, temerosos y
que estamos avergonzados de lo que somos; y en lugar de ello, elevaremos
nuestros corazones con verdadera humildad hasta Aquel que nos creó inmaculados
y semejantes a Él en poder y en amor.
10. Tenemos el poder de decidir. Y aceptamos de Él aquello que somos,
y reconocemos humildemente al Hijo de Dios. Reconocer al Hijo de Dios implica
asimismo que hemos dejado a un lado todos los conceptos acerca de nosotros
mismos y que hemos reconocido su falsedad. También hemos percibido su
arrogancia. Y con humildad aceptamos jubilosamente como nuestros el esplendor
del Hijo de Dios, su mansedumbre, su perfecta pureza, el Amor de su Padre, así
como su derecho al Cielo y a liberarse del infierno.
11. Ahora nos unimos en gozoso reconocimiento de que las mentiras son
falsas y de que sólo la verdad es verdad. Al levantarnos pensaremos únicamente
en la verdad, y pasaremos cinco minutos practicando sus caminos, alentando a
nuestras temerosas mentes con lo siguiente: Tengo el poder de decidir. Hoy me
aceptaré a mí mismo tal como la Voluntad de mi Padre dispuso que yo fuese. Luego
aguardaremos en silencio, abandonando todo auto-engaño, según le pedimos
humildemente a nuestro Ser que se revele ante nosotros. Y Aquel que nunca nos
abandonó volverá de nuevo a nuestra conciencia, agradecido de poder devolverle
a Dios Su morada, tal como siempre debió ser.
12. Espéralo pacientemente hoy, e invítalo cada hora con las palabras
con las que diste comienzo al día, el cual se debe concluir con esa misma
invitación a tu Ser. La Voz de Dios te contestará, pues Él habla en tu nombre y
en el de tu Padre. Él sustituirá todos tus frenéticos pensamientos por la paz
de Dios, los autoengaños por la verdad de Dios y tus ilusiones acerca de ti
mismo por el Hijo de Dios.
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