Ofrenda 209 para mi árbol de manzanas de oro .
La curación es lo opuesto a
todas las ideas del mundo que tienen que ver con la enfermedad y con los
estados de separación. Aislarse uno de los demás y rehusar la unión es lo que
da lugar a la enfermedad. Ésta se convierte en una puerta tras la cual se
encierra a un ser separado, y donde se le mantiene aislado y solo.
La enfermedad es aislamiento.
Pues parece mantener a un ser separado del resto, para que sufra lo que los
otros no sienten. Le otorga al cuerpo poder absoluto para hacer que la
separación sea real y mantener a la mente en solitario confinamiento, dividida
en pedazos y sujeta por una sólida muralla de carne enfermiza que no puede
trascender.
El mundo acata las leyes
que la enfermedad apoya, pero la curación opera aparte de ellas. Es imposible que
alguien pueda curarse solo. Más la curación es el resultado de su decisión de
ser uno solo nuevamente, y de aceptar su Ser con todas Sus partes intactas e
incólumes.
El propósito de la
enfermedad es demostrar que las mentiras son verdad. Más la curación demuestra
que sólo la verdad es verdad. Curar es meramente aceptar lo que siempre ha sido
la simple verdad, lo cual seguirá siendo exactamente como siempre fue.
Así como el perdón
desvanecerá con su luz todo pecado y el mundo real ocupará el lugar de lo que
has fabricado, asimismo la curación reemplazará las fantasías de enfermedad con
las que nublas la simple verdad.
La curación es libertad. Pues
demuestra que los sueños no prevalecerán contra la verdad. La curación es algo
que se comparte. La curación es fuerza. Pues con su tierna mano se supera la
debilidad, y las mentes que estaban amuralladas en un cuerpo quedan liberadas
para unirse a otras mentes, y así ser fuertes para siempre.
La curación, el perdón y el
feliz intercambio del mundo del dolor por uno en el que la tristeza no tiene
cabida, son los medios por los que el Espíritu Santo te exhorta a que lo sigas.
Sus dulces lecciones te enseñan cuán fácilmente puedes alcanzar la salvación y
cuán poca práctica necesitas para dejar que Sus leyes reemplacen a las que tú
promulgaste para mantenerte prisionero de la muerte.
Y a medida que te dejas
curar, te das cuenta de que junto contigo se curan todos los que te rodean, los
que te vienen a la mente, aquellos que están en contacto contigo y los que
parecen no estarlo. Tal vez no los reconozcas a todos, ni comprendas cuán
grande es la ofrenda que le haces al mundo cuando permites que la curación
venga a ti. Mas nunca te curas solo. Legiones y legiones de hermanos recibirán
el regalo que tú recibes cuando te curas.
Recordaremos que nuestra
función es permitir que nuestras mentes sean curadas, para que podamos llevar
la curación al mundo e intercambiar la maldición por bendiciones, el dolor por
la alegría y la separación por la paz de Dios.
Mas debemos estar preparados
para semejante regalo. De modo que comenzaremos el día dedicando diez minutos a
los pensamientos que siguen a continuación, con los cuales también lo
concluiremos por la noche: Cuando me curo no soy el único que se cura. Y quiero
compartir, mi curación con el mundo, a fin de que la enfermedad pueda ser
erradicada de la mente del único Hijo de Dios, Quien es mi único Ser.
En este mundo, el Cielo es
algo que se elige porque en este mundo se cree que hay alternativas entre las
que se puede elegir. Pensamos que todas las cosas tienen un opuesto y que
elegimos lo que queremos.
Esta extraña percepción de
la verdad es lo que hace que elegir el Cielo parezca ser lo mismo que renunciar
al infierno. En realidad, no es así. La oposición le niega la bienvenida a la
verdad y ésta no puede hacer acto de presencia.
Elegir es obviamente la
manera de poder escapar de lo que aparentemente son opuestos. Tomar una
decisión permite que uno de los objetivos en conflicto se convierta en la mira
de tus esfuerzos y en lo que empleas el tiempo. Si no tomas una decisión,
desperdicias el tiempo y tus esfuerzos se disipan.
Es necesario que se te
recuerde que, aunque crees enfrentarte a miles de alternativas, en realidad
sólo hay una. E incluso ésta tan sólo aparenta ser una alternativa. No te dejes
confundir por todas las dudas que una miríada de decisiones produciría. Tomas
solamente una. Y una vez que la has tomado, percibes que no fue una decisión en
absoluto, pues sólo la verdad es verdad y nada más lo es. No hay opuesto que se
pueda elegir en su lugar. No hay nada que pueda contradecir la verdad.
Toda decisión está basada
en lo que se ha aprendido. Y la verdad no es algo que se pueda aprender sino
tan sólo reconocer. En este reconocimiento reside su aceptación, y al
aceptarse, se conoce. Mas el conocimiento se encuentra más allá de los objetivos
que nos proponemos enseñar dentro del marco de este curso.
En este mundo de enajenante
complejidad el Cielo parece ser una alternativa en lugar de lo que meramente
es. De todas las decisiones que has tratado de tomar, ésta es la más sencilla,
la definitiva, el prototipo del resto y la que hace que sea innecesario tomar
todas las demás. Incluso si éstas ya se hubiesen resuelto, aquella seguiría sin
resolver. Mas cuando la resuelves, las demás se resuelven con ella, pues todas
las decisiones parecen ser diferentes precisamente para ocultar la verdadera decisión
que tienes que tomar. He aquí la última y única alternativa mediante la cual se
acepta o se niega la verdad.
El Cielo es algo que se
elige conscientemente. La elección no puede llevarse a cabo hasta que no se
hayan visto y entendido claramente las alternativas. Todo lo que se encuentra
velado en la penumbra tiene que someterse al entendimiento para ser juzgado
nuevamente, mas esta vez con la ayuda del Cielo. Y todos los errores de juicio
que la mente cometió previamente pueden ser ahora corregidos, a medida que la
verdad los descarta por carecer de causa. Ahora no tienen efectos. No se pueden
ocultar, pues se ha reconocido su insustancialidad.
Al despertar nos decidimos
por el Cielo, y dedicamos cinco minutos a asegurarnos de que hemos tomado la
única decisión que es cuerda. Reconocemos que estamos haciendo una elección
consciente entre lo que existe y lo que tan sólo aparenta ser verdad. Más
cuando se lleva ante la luz de lo que es real, se ve cuán frágil y transparente
es su pseudo existencia. Ahora no inspira terror, pues lo que se hizo enorme,
vengativo y despiadado de tanto odio, necesita de la oscuridad para dar cobijo
al miedo. Ahora se reconoce que no fue más que un error trivial y sin
importancia.
Antes de irnos a dormir
esta noche, reafirmaremos la elección que habremos estado llevando a cabo cada
hora. Y ahora dedicaremos los últimos cinco minutos de nuestro día a la
decisión que tomamos al despertar. Con el pasar de cada hora hemos reafirmado
nuestra elección con un breve momento de quietud dedicado a mantener la
cordura. Y finalmente, concluiremos el día con lo que sigue a continuación,
reconociendo que sólo elegimos lo que realmente queremos: El Cielo es la
alternativa por la que me tengo que decidir.
Me decido por él ahora y no
cambiaré de parecer, pues es lo único que quiero.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario