Mi ofrenda 56 para mi árbol de las alegrías.
LECCIONES FINALES
Introducción
1. En nuestras lecciones finales utilizaremos la mínima cantidad de palabras posible. Tan sólo las utilizaremos al principio de nuestras prácticas, y únicamente para que nos recuerden que lo que buscamos es ir más allá de ellas. Dirijámonos a Aquel que nos guía en nuestro camino y que imparte seguridad a nuestros pasos. En Sus manos dejamos estas lecciones, y de aquí en adelante le entregamos también nuestras vidas. Pues no queremos volver a creer en el pecado, que fue lo que hizo que el mundo pareciese un lugar feo e inseguro, hostil y destructor, peligroso desde cualquier punto de vista, y traicionero más allá de cualquier esperanza de poder tener confianza o de escapar del dolor.
2. El suyo es el único camino para hallar la paz que Dios nos ha
dado. Su camino es el que todo el mundo tiene que recorrer al final, pues éste
es el final que Dios Mismo dispuso. En el sueño del tiempo este final parece
ser algo muy remoto. Sin embargo, en verdad ya está aquí, como un amable guía
que nos indica qué camino tomar. Marchemos juntos por el camino que la verdad
nos señala. Y seamos los líderes de los muchos hermanos que andan en busca del
camino, pero que no lo encuentran.
3. Consagremos nuestras mentes a este propósito, poniendo todos
nuestros pensamientos al servicio de la salvación. La meta que se nos ha asignado
es la de perdonar al mundo. Ésa es la función que Dios nos ha encomendado. Y lo
que buscamos es el final del sueño, no como nosotros queremos que dicho final sea,
sino como lo quiere Dios. Pues no podremos sino reconocer que todo aquello que
perdonamos es parte de Dios Mismo. Y así, Su recuerdo se reinstaurará en
nosotros completamente y en su totalidad.
4. Nuestra función es recordarlo a Él aquí en la tierra, tal como
se nos ha dado ser Su Propia compleción en la realidad. No nos olvidemos, por
lo tanto, de que nuestro objetivo es uno que compartimos, pues en ese recordar
es donde radica el recuerdo de Dios y lo que nos señala el camino que conduce
hasta Él y hasta el Remanso de Su paz. ¿Cómo no vamos a perdonar a nuestro
hermano, que es quien nos puede ofrecer esto? Él es el camino, la verdad y la
vida que nos muestra el sendero. En él reside la salvación, que se nos ofrece a
través del perdón que le concedemos.
5. No terminaremos este año sin el regalo que nuestro Padre le
prometió a Su santo Hijo. Hemos sido perdonados. Y nos encontramos a salvo de
toda la ira que le atribuíamos a Dios y que después descubrimos no era más que
un sueño. Se nos ha restituido la cordura, en la que comprendemos que la ira es
una locura, el ataque algo demente y la venganza una mera fantasía pueril. Nos
hemos salvado de la ira porque nos dimos cuenta de que estábamos equivocados. Eso
es todo. ¿Y se encolerizaría un padre con su hijo porque éste no hubiese
comprendido la verdad?
6. Venimos a Dios y con honestidad le decimos que no habíamos
entendido, y le pedimos que nos ayude a aprender Sus lecciones a través de la
Voz del Maestro que Él Mismo nos dio. ¿E iba Dios acaso a hacerle daño a Su
Hijo? ¿O bien se apresuraría a contestar de inmediato, diciendo: "Este es
Mi Hijo, y todo lo que tengo le pertenece"? Ten por seguro que así es como
responderá, pues éstas son Sus Propias Palabras para ti. Y nadie podrá jamás
tener más que esto, pues en esas Palabras yace todo lo que existe y todo lo que
jamás existirá por los siglos de los siglos, así como en la eternidad.
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