1. Padre, Tu paz es lo que
quiero dar, al haberla recibido de Ti. Yo soy Tu Hijo, eternamente como Tú me
creaste, pues los Grandes Rayos permanecen en mí por siempre serenos e
imperturbables. Quiero llegar a ellos en silencio y con certeza, pues en
ninguna otra parte se puede hallar certeza. Que la paz sea conmigo, así como
con el mundo. En la santidad fuimos creados y en la santidad seguimos. En Tu
Hijo, al igual que en Ti, no hay mancha alguna de pecado. Y con este
pensamiento decimos felizmente “Amén”.
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