Día 38/365 07 febrero 2020
Hoy ARO. vive la pérdida de un ser
querido, conviviendo con ella le pregunté:
- ¿Ya comiste?
Sin embargo, comer es necesario si se respeta la vida. La alimentación tendrá un rol esencial como principal fuente de energía en momentos de gran desgaste físico y emocional.
Cuando se experimenta un trauma, sientes que tu vida está fuera de control y los trastornos alimenticios pueden ser una puerta de escape para hacerle frente a emociones abrumadoras en momentos en los que los mecanismos personales de afrontamiento son insuficientes.
Cuando nada parece importarnos… perdemos interés en nosotros mismos, no cuidamos nuestra salud. Y esa dolorosa ausencia nos hace preguntarnos: ¿Por qué no puedo comer lo que deseo? El sufrimiento parece decirnos “Adelante, tú te mereces esa comida”. Los alimentos, especialmente grasos o dulces, activan ciertos neurotransmisores como la dopamina que nos hacen sentir bien y cambiar el humor.
Sin embargo, el problema es cuando esta conducta esporádica se convierte en un hábito que sólo busca ser la anestesia emocional del dolor que estás sintiendo.
De esta manera, la comida puede convertirse en un camino de distracción frente a los dolorosos sentimientos de vacío o desesperanza. Si bien se trata de una reacción frecuente al inicio del duelo para lidiar con la intensa carga de dolor, estos comportamientos pueden convertirse en un trastorno alimentario permanente si no son detectados y tratados a tiempo llevándote a un constante control de la ingesta de calorías, evasión de reuniones sociales con comida, atracones frecuentes o fluctuaciones extremas de peso.
El cortisol es una hormona que se libera como un
mecanismo de defensa del cuerpo ante el miedo o el estrés que produce una
situación de tensión.
Cuando estás atravesando un momento de duelo
es usual que nuestro cuerpo posea un exceso de cortisol en la sangre liberado
por las glándulas suprarrenales.
Niveles que suelen estabilizarse en un valor
normal cuando la depresión desaparece.
Los alimentos muchas veces son utilizados por
el doliente como una especie de anestesia emocional. Podemos mezclar todo tipo
de alimentos dulces y salados en tan sólo unas horas y cuando ya estamos
satisfechos decimos ¡Cómo pude comer todo esto!…
El proceso de duelo es un evento
profundamente estresante por lo que podría incrementar los niveles de cortisol,
responsables de provocar los “antojos” de alimentos que nos llevan a comer en
exceso. Sin embargo, esta misma hormona que nos abre el apetito es quien reduce
la quema calórica del cuerpo ahorrando energía en un momento que él entiende
como una situación de peligro, sin distinguir que sea real o imaginaria.
Además esta hormona moviliza la glucosa que
se encuentra guardada en el hígado para aumentar la actividad cerebral y la
concentración; al ir hacia la sangre y no utilizarse, el cuerpo convierte a
esta glucosa en grasas produciendo un cúmulo de grasas abdominales que
incrementa las probabilidades de obesidad.
Sin embargo, no sólo afecta a nuestro peso…
Estos altos niveles de cortisol también afectan al sistema inmune reduciendo
notablemente las defensas, interfiere en el aprendizaje y la memoria, aumenta
el riesgo de depresión, genera presión arterial, enfermedades cardíacas y
colesterol, entre otras consecuencias profundas en nuestra salud mental y
física.
La
falta de apetito o el exceso de comida no son sino dos formas de
canalizar el profundo proceso emocional que estamos atravesando.
¿Cuántas veces has comenzado el año diciendo
“comeré alimentos saludables” pero terminas mal-pasándote o pidiendo
“comida a domicilio”? ¿Cuántas veces has tomado el paquete de papas fritas o de
pastelillos o galletas dulces y te las has devorado hasta terminarlas?
Durante el proceso de
duelo, el vínculo que teníamos hasta ahora con la comida no sólo se transforma
sino que se profundiza.
Por lo tanto, para poder reducir estos
niveles de cortisol que abren como nunca antes nuestro apetito es importante
que incorpores a tu estilo de vida los siguientes consejos:
– Cuida tu alimentación.
– Haz ejercicio.
– Medita.
– Escucha música.
– Socializa.
Y mi recomendación final:"no permitas que la pena posea tu alma. ¡Quiérete, Cuídate!
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