Ofrenda 23 para mi árbol de las alegrías.
1. Lo que parece ser el segundo lugar es en realidad el primero,
pues percibimos todo al revés hasta que decidimos escuchar la Voz que habla por
Dios. Nos parece que sólo podemos alcanzar autonomía si nos esforzamos por
estar separados, y que la manera de salvarnos es aislándonos del resto de la
creación de Dios. No obstante, lo único que podemos derivar de ello es
enfermedades, sufrimientos, pérdidas y muerte. Esto no es lo que nuestro Padre
dispone para nosotros, y no existe otra voluntad que la Suya. Unirnos a Su Voluntad
es encontrar la nuestra. Y, puesto que nuestra voluntad es la Suya, es a Él a
Quien debemos acudir para reconocer nuestra voluntad.
2. No hay otra voluntad que la Tuya. Y me alegro de que nada que
pueda imaginarme contradiga lo que Tú quieres que yo sea. Tu Voluntad es que yo
me encuentre completamente a salvo y eternamente en paz. Y comparto
gustosamente Contigo, Padre mío, esa Voluntad que Tú me otorgaste como parte de
mí.
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