Ofrenda 324 de mi amoroso árbol de contemplación.
1. Padre,
estás delante y detrás de mí, a mi lado, allí donde me veo a mí mismo y
dondequiera que voy. Estás en todo lo que contemplo, en los sonidos que oigo y
en cada mano que busca la mía. En Ti el tiempo desaparece, y la idea del
espacio se vuelve una creencia absurda. Pues lo que rodea a Tu Hijo y lo mantiene
a salvo es el Amor Mismo. No hay otra fuente que ésa, y no hay nada que no
comparta Su santidad, nada que se encuentre aparte de Tu única creación o que
carezca del Amor que envuelve a todas las cosas dentro de Sí. Padre, Tu Hijo es
como Tú. Hoy apelamos a Ti en Tu Propio Nombre, para estar en paz dentro de Tu
eterno Amor.
2. Hermanos
míos, uníos a mí en este propósito hoy. Ésta es la plegaria de la salvación. ¿No
deberíamos acaso unirnos a lo que ha de salvar al mundo y a nosotros junto con
él?
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