Ofrenda 290 para mi árbol agradecido 2020.
1. Fui creado en la paz. Y en la paz permanezco. No me ha sido
dado poder cambiar mi Ser. ¡Cuán misericordioso es Dios mi Padre, que al crearme
me dio la paz para siempre! Ahora sólo pido ser lo que soy. ¿Y podría negárseme
eso cuando es eternamente verdad?
2. Padre, busco la paz que Tú me diste al crearme. Lo que se me
dio entonces tiene que encontrarse aquí ahora, pues mi creación fue algo aparte
del tiempo y aún sigue siendo inmune a todo cambio. La paz en la que Tu Hijo
nació en Tu Mente aún resplandece allí sin haber cambiado. Soy tal como Tú me
creaste. Sólo necesito invocarte para hallar la paz que Tú me diste. Es Tu
Voluntad la que se la dio a Tu Hijo.
2. ¿Qué es la salvación?
1. La salvación es la promesa que Dios te hizo de que finalmente
encontrarás el camino que conduce a Él. Y Él no puede dejar de cumplirla. Garantiza
que al tiempo le llegará su fin, al igual que a todos los pensamientos que se
originaron en él. La Palabra de Dios se le concede a toda mente que cree tener
pensamientos separados, a fin de reemplazar, esos pensamientos de conflicto con
el Pensamiento de la paz.
2. El Pensamiento de la paz le fue dado al Hijo en el mismo
instante en que su mente concibió el pensamiento de la guerra. Antes de eso no
había necesidad de ese Pensamiento, pues la paz se había otorgado sin opuestos
y simplemente era. Una mente dividida, no obstante, tiene necesidad de
curación. Y así, el Pensamiento que tiene el poder de subsanar la división pasó
a formar parte de cada fragmento de la mente que seguía siendo una, pero no
reconocía su unidad. Al no conocerse a sí misma, pensó que había perdido su
Identidad.
3. La salvación es un des-hacer en el sentido de que no hace nada,
al no apoyar el mundo de sueños y de malicia. De esta manera, las ilusiones
desaparecen. Al no prestarles apoyo, deja que simplemente se conviertan en
polvo. Y lo que ocultaban queda ahora revelado: un altar al santo Nombre de
Dios donde Su Palabra está escrita, con las ofrendas de tu perdón depositadas
ante él, y tras ellas, no mucho más allá, el recuerdo de Dios.
4. Acudamos diariamente a este santo lugar y pasemos un rato
juntos. Ahí compartimos nuestro sueño final. Es éste un sueño en el que no hay
pesares, pues contiene un atisbo de toda la gloria que Dios nos ha dado. En él
se ve brotar la hierba, los árboles florecer y los pájaros hacer sus nidos en
su ramaje. La tierra nace de nuevo desde una nueva perspectiva. La noche ya
pasó, y ahora nos hemos unido en la luz.
5. Desde ahí le extendemos la salvación al mundo, pues ahí fue
donde la recibimos. El himno que llenos de júbilo entonamos le proclama al
mundo que la libertad ha retornado, que al tiempo casi le ha llegado su fin y
que el Hijo de Dios tan sólo tiene que esperar un instante antes de que su
Padre sea recordado, los sueños hayan terminado, la eternidad haya disuelto al
mundo con su luz y el Cielo sea lo único que exista.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario