Ofrenda 260 para mi árbol espejo, el que refleja el estado de gratitud en que vivo.
1.Deja de buscar. No
hallarás otra paz que la paz de Dios. Acepta este hecho y te evitarás la agonía
de sufrir aún más amargos desengaños, o de verte invadido por una sombría
desesperación y una gélida sensación de desesperanza y de duda. Deja de buscar.
No puedes hallar otra cosa que la paz de Dios, a no ser que lo que busques sea
infelicidad y dolor.
2. Este es el punto final al que en última instancia todo el mundo
tiene que llegar para dejar de lado toda esperanza de hallar felicidad allí
donde no la hay; de ser salvado por lo que tan sólo puede causar dolor; y de
hacer paz del caos, dicha del dolor y Cielo del infierno. No sigas tratando de
ganar por medio de la pérdida ni de morir para vivir. Pues no estarás sino
pidiendo la derrota.
3. No obstante, con la misma facilidad puedes pedir amor,
felicidad y vida eterna en una paz que no tiene fin. Pide esto, y sólo puedes
ganar. Pedir lo que ya tienes te lleva al éxito. Pedir que lo que es falso sea
verdadero sólo puede conducir al fracaso. Perdónate a ti mismo tus vanas
imaginaciones y deja de buscar lo que no puedes encontrar. Pues, ¿qué podría
ser más absurdo que buscar el infierno una y otra vez cuando no tienes más que
abrir los ojos y mirar para darte cuenta de que el Cielo se encuentra ante ti,
allende el umbral de una puerta que se abre fácilmente para darte la
bienvenida?
4. Regresa a casa. Jamás encontraste felicidad en lugares
extraños, ni en formas que te son ajenas y que no tienen ningún significado
para ti, si bien trataste de que lo tuvieran. No te corresponde estar en este
mundo. Aquí eres un extraño. Pero te es dado encontrar los medios a través de
los cuales el mundo deja de parecer una prisión o una cárcel para nadie.
5. Se te concede la libertad allí donde no veías más que cadenas y
puertas de hierro. Mas si quieres hallar escapatoria tienes que cambiar de
parecer con respecto al propósito del mundo. Permanecerás encadenado hasta que
veas el mundo como un lugar bendito, liberes de tus errores a cada hermano y lo
honres tal como es. Tú no lo creaste, así como tampoco te creaste a ti mismo. Y
al liberar a uno, el otro es aceptado tal como es.
6. ¿Qué función tiene el perdón? En realidad, no tiene ninguna, ni
hace nada, pues es desconocido en el Cielo. Es sólo en el infierno donde se le
necesita y donde tiene una formidable función que desempeñar. ¿No es acaso un
propósito loable ayudar al bienamado Hijo de Dios a escapar de los sueños de
maldad, que, aunque son sólo fabricaciones suyas, él cree que son reales? ¿Quién
podría aspirar a más, mientras parezca que hay que elegir entre el éxito y el
fracaso, entre el amor y el miedo?
7. No hay más paz que la paz de Dios porque Él sólo tiene un Hijo,
que no puede construir un mundo en oposición a la Voluntad de su Padre o a la
suya propia, la cual es la misma que la de Él. ¿Qué podría esperar encontrar en
semejante mundo? Este no puede ser real, ya que nunca fue creado. ¿Es acaso ahí
adonde iría en busca de paz? ¿O bien tiene que darse cuenta de que tal como él
ve el mundo, éste sólo puede engañar? 6Puede aprender, no obstante, a verlo de
otra manera y encontrar la paz de Dios.
8. La paz es el puente que todos habrán de cruzar para dejar atrás
este mundo. Pero se empieza a tener paz en él cuando se le percibe de otra
manera, y esta nueva percepción nos conduce hasta las puertas del Cielo y lo
que yace tras ellas. La paz es la respuesta a las metas conflictivas, a las
jornadas insensatas, a las búsquedas vanas y frenéticas y a los empeños sin
sentido. Ahora el camino es fácil, y nos conduce por una ligera pendiente hasta
el puente donde la libertad yace dentro de la paz de Dios.
9. No volvamos a perder el rumbo hoy. Nos dirigimos al Cielo, y el
camino es recto. Sólo si procuramos desviarnos podemos retrasarnos y perder el
tiempo innecesariamente por escabrosas veredas. Sólo Dios es seguro, y Él
guiará nuestros pasos. Él no abandonará a Su Hijo necesitado, ni permitirá que
se extravíe para siempre de su hogar. El Padre llama; el Hijo le oirá. Y eso es
todo lo que hay con respecto a lo que parece ser un mundo separado de Dios, en
el que los cuerpos son reales.
10. Ahora reina el silencio. Deja de buscar. Has llegado a donde el
camino está alfombrado con las hojas de los falsos deseos que antes anhelabas,
caídas ahora de los árboles de la desesperanza. Ahora se encuentran bajo tus
pies. Y tú levantas la mirada y miras al Cielo con los ojos del cuerpo, que
ahora te sirven sólo por un instante más. Por fin la paz ha sido reconocida, y
tú puedes sentir como su tierno abrazo envuelve tu corazón y tu mente con
consuelo y amor.
11. Hoy no buscamos ídolos. La paz no se puede encontrar en ellos. La
paz de Dios es nuestra, y no habremos de aceptar o querer nada más. ¡Que la paz
sea con nosotros hoy! Pues hemos encontrado una manera sencilla y grata de
abandonar el mundo de la ambigüedad; y de reemplazar nuestros objetivos
cambiantes por un solo propósito, y nuestros sueños solitarios por
compañerismo. Pues la paz es unión, si procede de Dios. Hemos abandonado toda
búsqueda. Nos encontramos muy cerca de nuestro hogar, y nos acercamos aún más a
él cada vez que decimos: No hay más paz que la paz de Dios, y estoy contento y
agradecido de que así sea.
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