Ofrenda 242 para mi fecundo árbol de milagros.
1. Este mundo en el que pareces vivir no es tu hogar. Y en algún
recodo de tu mente sabes que esto es verdad. El recuerdo de tu hogar sigue
rondándote, como si hubiera un lugar que te llamase a regresar, si bien no
reconoces la voz, ni lo que ésta te recuerda. No obstante, sigues sintiéndote
como un extraño aquí, procedente de algún lugar desconocido. No es algo tan
concreto que puedas decir con certeza que eres un exilado aquí. Es más bien un
sentimiento persistente, no más que una leve punzada a veces, que en otras
ocasiones apenas recuerdas, algo que descartas sin ningún miramiento, pero que
sin duda ha de volver a rondarte otra vez.
2. No hay nadie que no sepa de qué estamos hablando. Sin embargo,
hay quienes tratan de ahogar su sufrimiento entreteniéndose en juegos para
pasar el tiempo y no sentir su tristeza: Otros prefieren negar que están
tristes, y no reconocen en absoluto que se están tragando las lágrimas. Hay
quienes afirman incluso que esto de lo que estamos hablando son ilusiones y que
no se debe considerar más que como un sueño. Sin embargo, ¿quién podría
honestamente afirmar, sin ponerse a la defensiva o engañarse a sí mismo, que no
sabe de lo que estamos hablando?
3. Hoy hablamos en nombre de todo aquel que vaga por este mundo, pues
él no está en su hogar. Camina a la deriva enfrascado en una búsqueda
interminable, buscando en la oscuridad lo que no puede hallar, y sin reconocer
qué es lo que anda buscando. Construye miles de casas, pero ninguna de ellas
satisface a su desasosegada mente. No se da cuenta de que las construye en
vano. El hogar que anda buscando, él no lo puede construir. El Cielo no tiene
sustituto. Lo único que él jamás construyó fue un infierno.
4. Tal vez pienses que lo que quieres encontrar es el hogar de tu
infancia. La infancia de tu cuerpo y el lugar que le dio cobijo son ahora
recuerdos tan distorsionados que lo que guardas es simplemente una imagen de un
pasado que nunca tuvo lugar. Mas en ti hay un Niño que anda buscando la casa de
Su Padre, pues sabe que Él es un extraño aquí. Su infancia es eterna, llena de
una inocencia que ha de perdurar para siempre. Por dondequiera que este Niño
camina es tierra santa. Su santidad es lo que ilumina al Cielo, y lo que trae a
la tierra el prístino reflejo de la luz que brilla en lo alto, en la que el
Cielo y la tierra se encuentran unidos cual uno solo.
5. Este Niño que mora en ti es el que tu Padre conoce como Su
Hijo. Este Niño que mora en ti es el que conoce a Su Padre. Él anhela tan
profunda e incesantemente volver a Su hogar, que Su voz te suplica que lo dejes
descansar por un momento. Tan sólo pide unos segundos de respiro: un intervalo
en el que pueda volver a respirar el aire santo que llena la casa de Su Padre. Tú
eres también Su hogar. Él retornará. Pero dale un poco de tiempo para que pueda
ser lo que es dentro de la paz que es Su hogar, y descansar en silencio, en paz
y en amor.
6. Este Niño necesita tu protección. Se encuentra muy lejos de Su
hogar. Es tan pequeño que parece muy fácil no hacerle caso y no oír Su
vocecilla, quedando así Su llamada de auxilio ahogada en los estridentes
sonidos y destemplados y discordantes ruidos del mundo. No obstante, Él sabe
que en ti aún radica Su protección. Tú no le fallarás. Él volverá a Su hogar, y
tú lo acompañarás.
7. Este Niño es tu indefensión, tu fortaleza. Él confía en ti. Vino
porque sabía que tú no le fallarías. Te habla incesantemente de Su hogar con
suaves murmullos. Pues desea llevarte consigo de vuelta a él, a fin de poder Él
Mismo permanecer allí y no tener que regresar de nuevo a donde no le
corresponde estar y donde vive proscrito en un mundo de pensamientos que le son
ajenos. Su paciencia es infinita. Esperará hasta que oigas Su dulce Voz dentro
de ti instándote a que lo dejes ir en paz, junto contigo, a donde Él se
encuentra en Su casa, al igual que tú.
8. Cuando estés en perfecta quietud por un instante, cuando el
mundo se aparte de ti y las vanas ideas que abrigas en tu desasosegada mente
dejen de tener valor, oirás Su Voz. Su llamada es tan conmovedora que ya no le
ofrecerás más resistencia. En ese instante te llevará a Su hogar, y tú
permanecerás allí con Él en perfecta quietud, en silencio y en paz, más allá de
las palabras, libre de todo temor y de toda duda, sublimemente seguro de que
estás en tu hogar.
9. Descansa a menudo con Él hoy. Pues Él estuvo dispuesto a
convertirse en un Niño pequeño para que tú pudieras aprender cuán fuerte es
aquel que viene sin defensas, ofreciendo únicamente los mensajes del amor a quienes
creen ser sus enemigos. Con el poder del Cielo en Sus manos, los llama amigos y
les presta Su fortaleza para que puedan darse cuenta de que Él quiere ser su
Amigo. Les pide que lo protejan, pues Su hogar está muy lejos, y Él no quiere
regresar a él solo.
10. Cristo renace como un Niño pequeño cada vez que un peregrino
abandona su hogar. Pues éste debe aprender que a quien quiere proteger es sólo
a este Niño, que viene sin defensas y a Quien la indefensión ampara. Ve con Él
a tu hogar de vez en cuando hoy. Tú eres un extraño aquí, al igual que Él.
11. Dedica algún tiempo hoy a dejar a un lado tu escudo que de nada
te ha servido, y a deponer la espada y la lanza que blandiste contra un enemigo
imaginario. Cristo te ha llamado amigo y hermano. Ha venido incluso a pedirte
ayuda para que lo dejes regresar a Su hogar hoy, íntegro y completamente. Ha
venido como lo haría un niño pequeño, que tiene que implorar la protección y el
amor de su padre. Él rige el universo, y, sin embargo, te pide incesantemente
que regreses con Él y que no sigas convirtiendo a las ilusiones en dioses.
12. Tú no has perdido tu inocencia. Y eso es lo que anhelas, lo que
tu corazón desea. Ésa es la voz que oyes y la llamada que no se puede ignorar. Ese
santo Niño todavía sigue a tu lado. Su hogar es el tuyo. Hoy Él te da Su
indefensión, y tú la aceptas a cambio de todos los juguetes bélicos que has
fabricado. Y ahora el camino está libre y despejado, y el final de la jornada
puede por fin vislumbrarse. Permanece muy quedo por un instante, regresa a tu
hogar junto con Él y goza de paz por un rato.
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