martes, 18 de agosto de 2020

Día 171 un curso de milagros


Ofrenda 231 en mi árbol de la felicidad por el logro.

1.      Ahora iniciamos otro repaso. Esta vez estamos listos para poner más de nuestra parte y dedicar más tiempo a nuestro empeño: Reconocemos que nos estamos preparando para un nuevo nivel de entendimiento. Queremos dar este paso resueltamente, para poder seguir adelante con mayor certeza, mayor sinceridad y mayor fe. Nuestros pasos han sido inciertos, y las dudas nos han hecho andar con lentitud e inseguridad por el camino que este curso señala. Pero ahora vamos a ir más de prisa, pues nos estamos acercando a una mayor certeza, a un propósito más firme y a una meta más segura.

2.      Padre nuestro, afianza nuestros pasos. Aplaca nuestras dudas, aquieta nuestras santas mentes, y háblanos. No tenemos nada que decirte, pues sólo deseamos escuchar Tu Palabra y hacerla nuestra. Guía nuestras prácticas tal como un padre guía a su hijo pequeño por un camino que éste desconoce, pero que, aun así, el hijo lo sigue, seguro de que está a salvo porque su padre le muestra el camino.

3.      De este modo es como llevamos nuestras prácticas hasta Ti. Si tropezamos, Tú nos levantarás. Si se nos olvida el camino, sabemos que Tú siempre lo recordarás. Y si nos extraviamos, Tú no te olvidarás de llamarnos. Aligera nuestros pasos ahora de modo que podamos caminar con mayor certeza y mayor rapidez hasta Ti. Y aceptamos la Palabra que Tú nos ofreces para unificar nuestras prácticas, a medida que repasamos los pensamientos que Tú nos has dado.

4.      He aquí -al final de este párrafo- el pensamiento que debe preceder a los pensamientos que vamos a repasar. Cada uno de éstos clarifica algún aspecto de dicho pensamiento o contribuye a hacerlo más significativo, más personal y verdadero, así como más descriptivo del santo Ser que compartimos y que ahora nos preparamos para conocer de nuevo: Dios es sólo Amor, y, por ende, eso es lo que soy yo. Sólo este Ser conoce el amor. Sólo sus pensamientos son perfectamente congruentes; sólo ese Ser conoce a Su Creador, se comprende a Sí Mismo y goza de un conocimiento y amor perfectos, así como de un estado de unión constante con Su Padre y Consigo Mismo.

5.      Y Eso es lo que nos espera al final de la jornada. Cada paso que damos nos acerca un poco más. Este repaso acortará el tiempo de manera inconmensurable si tenemos presente que Eso es nuestra meta y que a medida que lo ponemos en práctica es a Eso a lo que nos acercamos. Levantemos de las cenizas nuestros corazones y dirijámoslos hacia la vida, recordando que Eso es lo que se nos promete, y que este curso nos fue enviado para allanar el sendero de la luz y enseñarnos, paso a paso, cómo regresar al eterno Ser que creíamos haber perdido.

6.      Yo te acompaño en esta jornada. Pues por el momento comparto tus dudas y tus miedos, de manera que puedas recurrir a mí que conozco el camino por el que se supera toda duda y temor. Caminamos juntos. Es preciso que yo entienda lo que es la incertidumbre y el dolor, aun cuando sé que no tienen ningún significado. Sin embargo, un salvador debe permanecer con aquellos a quienes enseña, viendo lo que ellos ven, pero conservando en su mente el camino que lo condujo a su propia liberación, y que ahora te conducirá a ti a la tuya junto con él. Al Hijo de Dios se le sigue crucificando hasta que camines por esta senda conmigo.

7.      Mi resurrección se repite cada vez que conduzco a un hermano sin contratiempo alguno allí donde la jornada termina para ya no recordarse más. Me siento renovado cada vez que un hermano aprende que hay un camino que nos libera a todos de la aflicción y del dolor. Y renazco cada vez que un hermano se vuelve hacia la luz que mora en él y me busca. No me he olvidado de nadie. Ayúdame ahora a conducirte de regreso allí donde la jornada empezó para que puedas llevar a cabo otra elección conmigo.

8.      Libérame mientras practicas una vez más los pensamientos que te he traído de Aquel que ve tu extrema necesidad, y que conoce la respuesta que Dios le ha dado. Juntos repasaremos estos pensamientos. Juntos les dedicaremos nuestro tiempo y esfuerzos. Y juntos se los enseñaremos a nuestros hermanos. Dios no permitiría que en el Cielo faltase nada. Éste te está esperando, al igual que yo. Sin ti yo estoy incompleto. Conforme me complete regresaremos juntos a nuestro hogar ancestral, el cual se preparó para nosotros desde antes de que el tiempo comenzara, y se ha mantenido a salvo de los azotes de éste, así como inmaculado y seguro, tal como será cuando al tiempo le llegue su fin.

9.      Permite, entonces, que este repaso sea el regalo que me haces a mí. Pues esto es lo único que necesito: que oigas mis palabras y que se las ofrezcas al mundo. Tú eres mi voz, mis ojos, mis pies y mis manos, con los cuales llevo la salvación al mundo. El Ser desde el que te llamo no es sino tu propio Ser. A Él nos dirigimos juntos. Toma a tu hermano de la mano, pues no es éste un camino que recorramos solos. En él yo camino contigo y tú conmigo. La Voluntad del Padre es que Su Hijo sea uno con Él. ¿Cómo no iba a ser, entonces, todo lo que vive uno contigo?

10.    Permite que este repaso sea un intervalo en el que compartimos una experiencia que es nueva para ti, aunque tan antigua como el tiempo e incluso aún más antigua. Santificado sea tu nombre e inmaculada tu gloria para siempre. Tu plenitud ahora es total, tal como Dios lo dispuso. Tú eres Su Hijo, y completas Su extensión con la tuya. No practicamos sino una antigua verdad, que sabíamos desde antes de que la ilusión pareciese apoderarse del mundo. Y le recordamos al mundo que está libre de toda ilusión cada vez que decimos: Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.

11.    Con esto damos comienzo a cada día de nuestro repaso. Con esto empezamos y con esto concluimos cada período de práctica. Y con ese pensamiento nos vamos a dormir para despertar con esas mismas palabras de nuevo en nuestros labios, y darle así la bienvenida al nuevo día. Todo pensamiento que repasemos lo envolvemos con ése; y utilizaremos dichos pensamientos para mantenerlo firme en la mente y claro en nuestra memoria a lo largo del día. Y así, cuando hayamos terminado este repaso, habremos reconocido que las palabras que decimos son verdad.

12.    Las palabras, sin embargo, no son sino recursos auxiliares y, excepto por el uso que hacemos de ellas al principio y al final de cada período de práctica, se usarán sólo para recordarle a la mente su propósito, según lo dicte la necesidad. Ponemos nuestra fe en la experiencia que se deriva de las prácticas, no en los medios que utilizamos. Esperamos la experiencia, y reconocemos que sólo en ella radica la convicción. Usamos las palabras y tratamos una y otra vez de ir más allá de ellas hasta llegar a su significado, el cual está mucho más allá de su sonido. Este se hace cada vez más tenue hasta que finalmente desaparece, a medida que nos acercamos a la Fuente del significado. Y Ahí es donde hallamos reposo.


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