Ofrenda 231 en mi árbol de la felicidad por el logro.
1. Ahora iniciamos otro repaso. Esta vez estamos listos para poner
más de nuestra parte y dedicar más tiempo a nuestro empeño: Reconocemos que nos
estamos preparando para un nuevo nivel de entendimiento. Queremos dar este paso
resueltamente, para poder seguir adelante con mayor certeza, mayor sinceridad y
mayor fe. Nuestros pasos han sido inciertos, y las dudas nos han hecho andar
con lentitud e inseguridad por el camino que este curso señala. Pero ahora
vamos a ir más de prisa, pues nos estamos acercando a una mayor certeza, a un
propósito más firme y a una meta más segura.
2. Padre nuestro, afianza nuestros pasos. Aplaca nuestras dudas,
aquieta nuestras santas mentes, y háblanos. No tenemos nada que decirte, pues
sólo deseamos escuchar Tu Palabra y hacerla nuestra. Guía nuestras prácticas
tal como un padre guía a su hijo pequeño por un camino que éste desconoce, pero
que, aun así, el hijo lo sigue, seguro de que está a salvo porque su padre le
muestra el camino.
3. De este modo es como llevamos nuestras prácticas hasta Ti. Si tropezamos,
Tú nos levantarás. Si se nos olvida el camino, sabemos que Tú siempre lo
recordarás. Y si nos extraviamos, Tú no te olvidarás de llamarnos. Aligera
nuestros pasos ahora de modo que podamos caminar con mayor certeza y mayor
rapidez hasta Ti. Y aceptamos la Palabra que Tú nos ofreces para unificar
nuestras prácticas, a medida que repasamos los pensamientos que Tú nos has
dado.
4. He aquí -al final de este párrafo- el pensamiento que debe
preceder a los pensamientos que vamos a repasar. Cada uno de éstos clarifica
algún aspecto de dicho pensamiento o contribuye a hacerlo más significativo,
más personal y verdadero, así como más descriptivo del santo Ser que
compartimos y que ahora nos preparamos para conocer de nuevo: Dios es sólo
Amor, y, por ende, eso es lo que soy yo. Sólo este Ser conoce el amor. Sólo sus
pensamientos son perfectamente congruentes; sólo ese Ser conoce a Su Creador,
se comprende a Sí Mismo y goza de un conocimiento y amor perfectos, así como de
un estado de unión constante con Su Padre y Consigo Mismo.
5. Y Eso es lo que nos espera al final de la jornada. Cada paso
que damos nos acerca un poco más. Este repaso acortará el tiempo de manera
inconmensurable si tenemos presente que Eso es nuestra meta y que a medida que
lo ponemos en práctica es a Eso a lo que nos acercamos. Levantemos de las
cenizas nuestros corazones y dirijámoslos hacia la vida, recordando que Eso es
lo que se nos promete, y que este curso nos fue enviado para allanar el sendero
de la luz y enseñarnos, paso a paso, cómo regresar al eterno Ser que creíamos
haber perdido.
6. Yo te acompaño en esta jornada. Pues por el momento comparto
tus dudas y tus miedos, de manera que puedas recurrir a mí que conozco el
camino por el que se supera toda duda y temor. Caminamos juntos. Es preciso que
yo entienda lo que es la incertidumbre y el dolor, aun cuando sé que no tienen
ningún significado. Sin embargo, un salvador debe permanecer con aquellos a
quienes enseña, viendo lo que ellos ven, pero conservando en su mente el camino
que lo condujo a su propia liberación, y que ahora te conducirá a ti a la tuya
junto con él. Al Hijo de Dios se le sigue crucificando hasta que camines por
esta senda conmigo.
7. Mi resurrección se repite cada vez que conduzco a un hermano
sin contratiempo alguno allí donde la jornada termina para ya no recordarse
más. Me siento renovado cada vez que un hermano aprende que hay un camino que
nos libera a todos de la aflicción y del dolor. Y renazco cada vez que un
hermano se vuelve hacia la luz que mora en él y me busca. No me he olvidado de
nadie. Ayúdame ahora a conducirte de regreso allí donde la jornada empezó para
que puedas llevar a cabo otra elección conmigo.
8. Libérame mientras practicas una vez más los pensamientos que te
he traído de Aquel que ve tu extrema necesidad, y que conoce la respuesta que
Dios le ha dado. Juntos repasaremos estos pensamientos. Juntos les dedicaremos
nuestro tiempo y esfuerzos. Y juntos se los enseñaremos a nuestros hermanos. Dios
no permitiría que en el Cielo faltase nada. Éste te está esperando, al igual
que yo. Sin ti yo estoy incompleto. Conforme me complete regresaremos juntos a
nuestro hogar ancestral, el cual se preparó para nosotros desde antes de que el
tiempo comenzara, y se ha mantenido a salvo de los azotes de éste, así como
inmaculado y seguro, tal como será cuando al tiempo le llegue su fin.
9. Permite, entonces, que este repaso sea el regalo que me haces a
mí. Pues esto es lo único que necesito: que oigas mis palabras y que se las
ofrezcas al mundo. Tú eres mi voz, mis ojos, mis pies y mis manos, con los
cuales llevo la salvación al mundo. El Ser desde el que te llamo no es sino tu
propio Ser. A Él nos dirigimos juntos. Toma a tu hermano de la mano, pues no es
éste un camino que recorramos solos. En él yo camino contigo y tú conmigo. La
Voluntad del Padre es que Su Hijo sea uno con Él. ¿Cómo no iba a ser, entonces,
todo lo que vive uno contigo?
10. Permite que este repaso sea un intervalo en el que compartimos
una experiencia que es nueva para ti, aunque tan antigua como el tiempo e
incluso aún más antigua. Santificado sea tu nombre e inmaculada tu gloria para
siempre. Tu plenitud ahora es total, tal como Dios lo dispuso. Tú eres Su Hijo,
y completas Su extensión con la tuya. No practicamos sino una antigua verdad,
que sabíamos desde antes de que la ilusión pareciese apoderarse del mundo. Y le
recordamos al mundo que está libre de toda ilusión cada vez que decimos: Dios
es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.
11. Con esto damos comienzo a cada día de nuestro repaso. Con esto
empezamos y con esto concluimos cada período de práctica. Y con ese pensamiento
nos vamos a dormir para despertar con esas mismas palabras de nuevo en nuestros
labios, y darle así la bienvenida al nuevo día. Todo pensamiento que repasemos
lo envolvemos con ése; y utilizaremos dichos pensamientos para mantenerlo firme
en la mente y claro en nuestra memoria a lo largo del día. Y así, cuando
hayamos terminado este repaso, habremos reconocido que las palabras que decimos
son verdad.
12. Las palabras, sin embargo, no son sino recursos auxiliares y,
excepto por el uso que hacemos de ellas al principio y al final de cada período
de práctica, se usarán sólo para recordarle a la mente su propósito, según lo
dicte la necesidad. Ponemos nuestra fe en la experiencia que se deriva de las
prácticas, no en los medios que utilizamos. Esperamos la experiencia, y
reconocemos que sólo en ella radica la convicción. Usamos las palabras y
tratamos una y otra vez de ir más allá de ellas hasta llegar a su significado,
el cual está mucho más allá de su sonido. Este se hace cada vez más tenue hasta
que finalmente desaparece, a medida que nos acercamos a la Fuente del
significado. Y Ahí es donde hallamos reposo.
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