Mi ofrenda 106 para mi árbol de gratitud.
1.
Dios no perdona porque nunca ha condenado. Y primero tiene que haber
condenación para que el perdón sea necesario. El perdón es la mayor necesidad
de este mundo, y esto se debe a que es un mundo de ilusiones. Aquellos que
perdonan se liberan a sí mismos de las ilusiones, mientras que los que se
ruegan a hacerlo se atan a ellas. De la misma manera en que sólo te condenas a
ti mismo, de igual modo, sólo te perdonas a ti mismo.
2.
Pero si bien Dios no perdona, Su Amor es, no obstante, la base del perdón. El
miedo condena y el amor perdona. El perdón, pues, des-hace lo que el miedo ha
producido, y lleva de nuevo a la mente a la conciencia de Dios. Por esta razón,
al perdón puede llamársele verdaderamente salvación. Es el medio a través del
cual desaparecen las ilusiones.
3.
Los ejercicios de hoy requieren por lo menos tres sesiones de práctica de cinco
minutos completos, y el mayor número posible de las más cortas. Como de
costumbre, comienza las sesiones de práctica más largas repitiendo la idea de
hoy para tus adentros. Cierra los ojos mientras lo haces, y dedica un minuto o dos
a explorar tu mente en busca de aquellas personas a quienes no has perdonado. No
importa en qué medida no las hayas perdonado. O las has perdonado completamente
o no las has perdonado en absoluto.
4.
Si estás haciendo los ejercicios correctamente no deberías tener ninguna
dificultad en encontrar un buen número de personas a quienes no has perdonado.
2En general, se puede asumir correctamente que cualquier persona que no te caiga
bien es un sujeto adecuado. Menciona cada una de ellas por su
nombre, y di:
[Nombre],
Dios es el Amor en el que te perdono.
5.
El propósito de la primera fase de las sesiones de práctica de hoy es colocarte
en una posición desde la que puedes perdonarte a ti mismo. Después que hayas
aplicado la idea a todas las personas que te hayan venido a la mente, di para
tus adentros:
Dios
es el Amor en el que me perdono a mí mismo.
Dedica
luego el resto de la sesión a añadir ideas afines tales como:
Dios
es el Amor con el que me amo a mí mismo.
Dios
es el Amor en el que me alzo bendecido.
6.
El modelo a seguir en cada aplicación puede variar considerablemente, pero no
se debe perder de vista la
idea
central.
Podrías
decir, por ejemplo:
No
puedo ser culpable porque soy un Hijo de Dios.
Ya
he sido perdonado.
El
miedo no tiene cabida en una mente que Dios ama.
No
tengo necesidad de atacar porque el amor me ha perdonado.
La
sesión de práctica debe terminar, no obstante, con una repetición de la idea de
hoy en su forma original.
7.
Las sesiones de práctica más cortas pueden consistir ya sea en una repetición
de la idea de hoy en su forma original, o en una afín, según prefieras. Asegúrate,
no obstante, de aplicar la idea de manera más concreta si surge la necesidad. Esto
será necesario en cualquier momento del día en el que te percates de cualquier
reacción negativa hacia alguien, tanto si esa persona está presente como si no.
En tal caso, dile silenciosamente:
Dios
es el Amor en el que te perdono.
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