1. He aquí un pensamiento del que se ha eliminado toda traza de
arrogancia y en el que sólo queda la verdad. Pues la arrogancia se opone a la
verdad. Mas cuando la arrogancia desaparece, la verdad viene inmediatamente y
llena el espacio que, al irse el ego, quedó libre de mentiras. Únicamente el
ego puede estar limitado y, por consiguiente, no puede sino perseguir fines
limitados y restrictivos. El ego piensa que lo que uno gana, la totalidad lo
pierde. La Voluntad de Dios, sin embargo, es que yo aprenda que lo que uno gana
se le concede a todos.
2. Padre, Tu Voluntad es total. Y la meta que emana de ella
comparte su totalidad. ¿Qué otro objetivo podrías haberme encomendado sino la
salvación del mundo? ¿Y qué otra cosa sino eso podría ser la Voluntad que mi
Ser ha compartido Contigo?
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