Ofrenda 244 en mi árbol de fuertes y profundas raíces 2020
1. Vives a base de símbolos. Has inventado nombres para todas las
cosas que ves. Cada una de ellas se ha convertido en una entidad aparte, identificada
por su propio nombre. De esta manera la segregas de la unidad. De esta manera
designas sus atributos especiales y la distingues de otras cosas al hacer
hincapié en el espacio que la rodea. Éste es el espacio que interpones entre
todas las cosas a las que has dado un nombre diferente; entre todos los
acontecimientos desde el punto de vista del tiempo y del lugar en que
ocurrieron, así como entre todos los cuerpos que se saludan con un nombre.
2. Este espacio, al que ves como lo que separa unas cosas de
otras, es el medio a través del cual tiene lugar la percepción del mundo. Ves
algo allí donde no hay nada y, asimismo, no ves nada donde hay unidad; ves un
espacio entre todas las cosas, así como entre todas las cosas y tú. De esa
manera, crees haber "creado" vida en la separación. Y debido a esta
división crees ser una unidad que opera con una voluntad independiente.
3. ¿Qué son todos esos nombres mediante los cuales el mundo se
convierte en una serie de acontecimientos independientes, de cosas desunidas y
de cuerpos que se mantienen aparte y que contienen fragmentos de mente como si
de conciencias separadas se tratase? Tú les diste esos nombres, dando lugar a
la percepción tal como querías que fuese. A las cosas sin nombre se les dio
nombre y de esta manera se les dio también realidad. Pues a lo que se le da un
nombre se le da significado y, de este modo, se considera significativo: una
causa que produce efectos reales, con consecuencias inherentes a sí misma.
4. Así es como se construye la realidad a base de una visión
parcial, la cual se contrapone deliberadamente a lo que de hecho es la verdad.
Su enemigo es la unidad. Concibe cosas sin importancia y las contempla. Y la
ausencia de espacio, así como la sensación de unidad o la visión que ve de
manera distinta, se convierten en las amenazas que debe superar, combatir y
negar.
5. Esta otra visión, no obstante, sigue siendo aún la dirección natural
para que la mente canalice su percepción. Es difícil enseñarle a la mente miles
de nombres extraños, y luego mil más. No obstante, crees que eso es lo que
significa aprender y que es el objetivo principal por medio del cual se puede
entablar comunicación y compartir conceptos de manera que tengan sentido.
6. Ésta es la suma total de la herencia que el mundo dispensa. Y
todo aquel que aprende a pensar que ello es cierto, acepta los signos y los
símbolos que afirman que el mundo es real. Eso es lo que propugnan. No dan
lugar a que se dude de que lo que tiene nombre no esté ahí. Se puede ver, tal
como es de esperar. Lo que niega que ello es verdad es lo que es una ilusión,
pues lo que tiene nombre es la realidad suprema. Cuestionarlo es una locura,
pero aceptar su presencia es prueba de cordura.
7. Tal es la enseñanza del mundo. No obstante, es una fase de
aprendizaje por la que todo el que viene aquí tiene que pasar. Mas cuanto antes
se perciba su base, lo cuestionable de sus premisas y cuán dudosos son sus
resultados, más pronto se pondrá en duda sus efectos. El aprendizaje que se
limita. a lo que el mundo enseña se queda corto en lo que respecta al
significado. Debidamente empleado, puede servir como punto de partida desde
donde se puede comenzar otro tipo de aprendizaje, adquirir una nueva
percepción, y desde donde se pueden erradicar todos los nombres arbitrarios que
el mundo confiere al ser puestos en duda.
8. No creas que fuiste tú quien hizo el mundo. ¡Las ilusiones, sí!
Mas lo que es cierto en la tierra y en el Cielo está más allá de tu capacidad
de nombrar. Cuando llamas a un hermano es a su cuerpo a lo que te diriges. Su
verdadera Identidad queda oculta debido a lo que crees que él es realmente. Su
cuerpo responde al nombre con que lo llamas, pues su mente ha consentido en
aceptar ese nombre que le das como su nombre. Y de esta manera, su unidad queda
doblemente negada, pues tú lo percibes como algo separado de ti, y él acepta
como propio ese nombre separado.
9. Sería en verdad extraño si se te pidiese que fueses más allá de
todos los símbolos del mundo y los olvidaras para siempre, y, al mismo tiempo,
se te pidiera asumir una función docente. Todavía tienes necesidad de usar los
símbolos del mundo. Mas no te dejes engañar por ellos. No representan nada en
absoluto, y éste será el pensamiento que en tus prácticas te liberará de ellos.
Los símbolos no son sino medios a través de los cuales puedes comunicarte de
manera que el mundo te pueda entender, pero reconoces que no son la unidad en
la que puede hallarse la verdadera comunicación.
10. Así pues, lo que necesitas cada día son intervalos en los que las
enseñanzas del mundo se convierten en una fase transitoria: una prisión desde
la que puedes salir a la luz del sol y olvidarte de la oscuridad. Ahí entiendes
la Palabra, el Nombre que Dios te ha dado; la única Identidad que comparten
todas las cosas; el reconocimiento de lo que es verdad. Y luego vuelves a la
oscuridad, no porque creas que es real, sino sólo para proclamar su irrealidad
usando términos que aún tienen sentido en el mundo regido por la oscuridad.
11. Usa todos los nombres y símbolos nimios que caracterizan el mundo
de la oscuridad. Mas no los aceptes como tu realidad. El Espíritu Santo se vale
de todos ellos, pero no se olvida de que la creación tiene un solo Nombre, un
solo Significado y una sola Fuente que une a todas las cosas dentro de Sí
Misma. Usa todos los nombres que el mundo da a esas cosas, pero sólo por
conveniencia, mas no te olvides de que comparten el Nombre de Dios junto
contigo.
12. Dios no tiene nombre. Sin embargo, Su Nombre se convierte en la
lección final de que todas las cosas son una y con esta lección finaliza todo
aprendizaje. Todos los nombres se unifican, todo espacio queda lleno con el
reflejo de la verdad. Toda brecha se cierra y la separación se subsana. El
Nombre de Dios es la herencia que Él les dio a los que eligieron que las
enseñanzas del mundo ocupasen el lugar del Cielo. Lo que nos proponemos en
nuestras prácticas es dejar que nuestras mentes acepten lo que Dios ha dado
como respuesta a la mísera herencia que tú fabricaste como justo tributo para
el Hijo que Él ama.
13. Nadie que busque el significado del Nombre de Dios puede
fracasar. La experiencia es necesaria como complemento de la Palabra. Pero
primero tienes que aceptar que Su Nombre abarca toda la realidad y reconocer
que los innumerables nombres que diste a todos sus aspectos han distorsionado
lo que ves, pero no han afectado a la verdad en absoluto. Invocamos un solo
Nombre en nuestras prácticas. Y nos valemos de un solo Nombre para unificar
nuestra visión.
14. Y si bien utilizamos un nombre distinto para cada aspecto de la
conciencia del Hijo de Dios, comprendemos que todos comparten el mismo Nombre,
el cual Él les ha dado. Este es el Nombre que usamos en nuestras prácticas. Y
al usarlo, todas las separaciones insensatas que nos mantenían ciegos
desaparecen. Y se nos concede la fortaleza necesaria para poder ver más allá de
ellas. Ahora nuestra vista queda bendecida con las bendiciones que podemos dar
según las recibimos.
15. Padre, nuestro Nombre es el Tuyo. En Él estamos unidos con toda
cosa viviente, y Contigo que eres su único Creador. Lo que hemos hecho y a lo
que hemos dado muchos nombres diferentes no es sino una sombra que hemos
tratado de arrojar sobre Tu Realidad. Y nos sentimos contentos y agradecidos de
haber estado equivocados. Te entregamos todos nuestros errores, a fin de ser
absueltos de cuantos efectos parecían tener. Y aceptamos la verdad que Tú nos
das en lugar de cada uno de ellos. Tu Nombre es nuestra salvación y la manera
de escapar de lo que nosotros mismos hemos hecho. Tu Nombre nos une en la
unicidad que es nuestra herencia. y nuestra paz. Amén.
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