Ofrenda 230 para mi árbol feliz y agradecido.
1. Nadie ataca sin la intención de herir. En esto no hay
excepciones. Cuando piensas que atacas en defensa propia estás afirmando que
ser cruel te protege, que la crueldad te mantiene a salvo. Estás afirmando que
herir a otro te brinda libertad. Y estás afirmando también que atacar cambia el
estado en que te encuentras por otro mejor, más seguro, donde estás más a salvo
de los asaltos del peligro y del temor.
2. ¡Qué descabellada es la idea de que atacando es la manera de
defenderse del miedo! Pues he aquí donde se engendra el miedo y se le nutre de
sangre para que crezca, se expanda y sea cada vez más rabioso. Ésta es la
manera de proteger el miedo, no de escaparse de él. Hoy aprendemos una lección
que te evitará más demoras y sufrimientos de los que te puedes imaginar. Y es
ésta: Tú fabricas aquello de lo que te defiendes. Y al defenderte contra ello
haces que sea real e ineludible. Depón tus armas, y sólo entonces percibirás su
falsedad.
3. Parece ser un enemigo externo a quien atacas. Sin embargo, al
defenderte forjas un enemigo interno; un pensamiento extraño que está en guerra
contigo, que te priva de paz y divide tu mente en dos bandos que parecen ser
totalmente irreconciliables. Pues ahora el amor tiene un "enemigo",
un opuesto; y el miedo, el extraño, necesita que lo defiendas contra la amenaza
de lo que realmente eres.
4. Si examinases detenidamente los medios por los que tu ilusoria
defensa propia procede a lo largo de su curso imaginario, te percatarías de las
premisas sobre las que se basa la idea. En primer lugar, es obvio que las ideas
tienen que abandonar su fuente, pues eres tú quien lanza el ataque y quien tuvo
que haberlo concebido primero. No obstante, lanzas el ataque contra algo externo
a ti y en tu mente te separas de aquel a quien atacas, completamente convencido
de que la división a la que has dado lugar es real.
5. En segundo lugar, los atributos del amor se le confieren a su
"enemigo". Pues el miedo se convierte en tu refugio y en el protector
de tu paz, y recurres a él en busca de solaz y de escape de cualquier duda con
respecto a tu fortaleza, así como con la esperanza de poder descansar en una
quietud sin sueños. Y al así despojar al amor de lo que le pertenece a él y sólo
a él, se le dota con los atributos del miedo. Pues el amor te pediría que
depusieses todas tus defensas por ser éstas meras necedades. Y ciertamente tus
armas se desmoronarían y quedarían reducidas a polvo, 6pues eso es lo que son.
6. Al tener al amor como enemigo, la crueldad se convierte
necesariamente en un dios. Y los dioses exigen que sus seguidores obedezcan sus
mandatos sin rechistar. A aquellos que cuestionan la sensatez o cuando menos la
cordura de tales exigencias, se les castiga severa e implacablemente. Pues son
sus enemigos los que son irrazonables y dementes, mientras que ellos son
siempre justos y misericordiosos.
7. Hoy examinaremos fríamente, a este dios cruel. Y nos daremos
cuenta de que, aunque sus labios están manchados de sangre y de que de su boca
parecen salir llamas, está hecho de piedra. No puede hacer nada. No tenemos que
desafiar su poder, pues no tiene ninguno. Y quienes ven en él su seguridad, no
tienen ni guardián ni fortaleza a los que invocar en caso de peligro, ni ningún
poderoso guerrero que salga en su defensa.
8. Este momento puede ser terrible. Pero también puede ser el
momento en que te emancipas de tu abyecta esclavitud. Pues al estar frente a
este ídolo y verlo exactamente como es, llevas a cabo una elección. ¿Vas a restituirle
al amor lo que has procurado arrebatarle para ponerlo a los pies de ese
inanimado bloque de piedra? ¿O vas a inventar otro ídolo para que lo reemplace?
Pues el dios de la crueldad adopta muchas formas. Siempre es posible encontrar
otra.
9. Mas no creas que el miedo es la manera de escapar del miedo.
Recordemos lo que se ha subrayado en el texto con respecto a los obstáculos que
la paz tiene que superar. De éstos, el último, el más difícil de creer que en
realidad no es nada, si bien aparenta ser un bloque sólido, impenetrable,
temible e insuperable, es el miedo a Dios Mismo. He aquí la premisa básica que
entrona como un dios al pensamiento del miedo. Pues el miedo es venerado por
aquellos que le rinden culto, y el amor parece ahora estar revestido de
crueldad.
10. ¿De dónde ha surgido la creencia tan irracional de que hay dioses
de venganza? El amor no ha confundido sus atributos con los del miedo. Más los
que le rinden culto al miedo perciben su propia confusión en el
"enemigo" del miedo, y la crueldad de éste como parte del amor. ¿Y
qué podría ser ahora más temible que el Corazón del Amor Mismo? Sus labios
parecen estar manchados de sangre y de su boca parece brotar fuego. Pero, sobre
todo, Él es terrible e increíblemente cruel, y siega las vidas de todos
aquellos que lo consideran su Dios.
11. No hay duda acerca de la elección que hoy has de llevar a cabo. Pues
hoy posarás tu mirada por última vez sobre ese bloque de piedra que tú mismo
esculpiste, y dejarás de llamarle dios. Has llegado hasta este punto antes,
pero has elegido que ese dios cruel permanezca contigo en otra forma. Y por eso
el temor a Dios volvió a apoderarse de ti. Pero esta vez lo dejarás allí. Y al
volver regresarás a un mundo nuevo, aliviado de ese peso; un mundo que no se ve
a través de sus ojos ciegos, sino a través de la visión que te ha sido
restituida gracias a tu elección.
12. Ahora tus ojos le pertenecen a Cristo y es Él quien mira a través
de ellos. Ahora tu voz le pertenece a Dios y se hace eco de la Suya. Ahora tu
corazón permanecerá en paz para siempre. Lo has elegido a Él en lugar de los
ídolos, y los atributos con los que tu Creador te bendijo te son por fin
restituidos. La Llamada a Dios ha sido oída y contestada. Ahora el miedo ha
dado paso al amor, al Dios Mismo reemplazar la crueldad.
13. Padre, somos como Tú. En nosotros no hay crueldad, puesto que en
Ti no la hay. Tu paz es nuestra. Y bendecimos al mundo con lo que hemos
recibido exclusivamente de Ti. Elegimos una vez más, y elegimos asimismo por
todos nuestros hermanos, sabiendo que son uno con nosotros. Les brindamos Tu
salvación tal como la hemos recibido ahora. Y damos gracias por ellos que nos
completan. En ellos vemos Tu gloria y en ellos hallamos nuestra paz. Somos
santos porque Tu santidad nos ha liberado. Y Te damos gracias por ello. Amén.
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