Mi ofrenda 169 para mi árbol agradecido.
1. Hoy pedimos descanso; y una quietud que
las apariencias del mundo no puedan perturbar. Pedimos paz y tranquilidad en
medio de todo el torbellino nacido de sueños conflictivos. Pedimos seguridad y
felicidad, aunque lo que parece que vemos es peligro e infortunio. Y disponemos
del pensamiento que responderá a nuestra petición con lo que pedimos.
2. "Descanso en Dios." Este
pensamiento te brindará el descanso y el sosiego, la paz y la quietud, así como
la seguridad y felicidad que buscas. "Descanso en Dios." Este
pensamiento tiene el poder de despertar la verdad durmiente en ti que posees la
visión que ve más allá de las apariencias hasta esa misma verdad en todo el mundo
y en todo lo que existe. He aquí el fin del sufrimiento para el mundo entero y
para todo aquel que jamás haya venido o haya de venir para estar aquí por algún
tiempo. He aquí el pensamiento mediante el cual el Hijo de Dios nace de nuevo
para reconocerse a sí mismo.
3. "Descanso en Dios." Completamente
impávido, este pensamiento te sacará adelante a través de tormentas y luchas,
más allá del infortunio y del dolor, de la pérdida y de la muerte, y te llevará
a la certeza de Dios. No hay sufrimiento que no pueda sanar. No hay problema
que no pueda resolver. Y no hay apariencia que no se convierta en la verdad
ante los ojos de vosotros que descansáis en Dios.
4. Éste es el día de la paz. Descansas en
Dios, y mientras los vientos del odio dividen el mundo, tu descanso permanece
imperturbable. Tuyo es el descanso de la verdad. Las apariencias no te pueden
perturbar. Exhortas a todos tus hermanos a que se unan a ti en tu descanso, y
ellos te oirán y vendrán a ti porque descansas en Dios. No oirán ninguna otra
voz excepto la tuya porque tú le entregaste tu voz a Dios, y ahora descansas en Él y dejas que
Él hable a través de ti.
5. En Él no tienes inquietudes,
preocupaciones, agobios, ansiedades o dolor, ni miedo al futuro ni
remordimientos por el pasado. Descansas en la intemporalidad, mientras que el
tiempo pasa de largo sin dejar marca sobre ti, pues nada puede jamás alterar tu
descanso en modo alguno. Descansa hoy. Y según cierras los ojos, sumérgete en
la quietud. Permite que estos períodos de descanso y respiro le aseguren a tu
mente que todas sus frenéticas fantasías no eran sino los sueños de un delirio
febril que ya pasó. Deja que tu mente se aquiete y acepte con agradecimiento su
curación. Ahora que descansas en Dios ya no vendrán a rondarte sueños de
terror. Dedica tiempo hoy a ir más allá de los sueños, hasta llegar a la paz.
6. En los descansos que hoy tomas cada hora,
una mente fatigada de repente se alegrará, un pájaro con las alas rotas romperá
a cantar y un arroyo por largo tiempo seco manará de nuevo. El mundo renace
cada vez que descansas y recuerdas cada hora, que viniste a brindarle la paz de
Dios al mundo a fin de que pudiese descansar junto contigo.
7. Cada vez que hoy descansas cinco minutos
el mundo se acerca más a su despertar. Y el momento en que lo único que haya
sea descanso se acerca más a todas las mentes cansadas y exhaustas, demasiado
agotadas ahora como para poder seguir adelante solas. Y estas mentes oirán al
pájaro cantar otra vez y verán el manantial manar de nuevo, y con renacida
esperanza y renovado vigor marcharán con paso ligero por la senda que de súbito
parece más fácil de recorrer según siguen adelante.
8. Hoy descansas en la paz de Dios, y desde
tu descanso exhortas a tus hermanos a que encuentren el suyo y descansen junto
a ti. Hoy serás fiel a tu cometido, al no olvidarte de nadie e incluir a todos
en el infinito círculo de tu paz, el sagrado santuario donde reposas. Abre las
puertas del templo y deja que tus hermanos distantes y tus amigos más íntimos
vengan desde los mas remotos lugares del mundo, así como desde los más
cercanos; invítalos a todos a entrar y a descansar contigo.
9. Hoy descansas en la paz de Dios, tranquilo
y sin miedo. Cada uno de tus hermanos viene a descansar y a ofrecerte a ti su
descanso. Descansamos juntos aquí, pues así es como nuestro descanso es total,
y lo que hoy damos ya lo hemos recibido. El tiempo no es el guardián de lo que
damos hoy. Damos a los que aún no han nacido y a los que ya partieron, a todo
Pensamiento de Dios, y a la Mente en la que estos Pensamientos nacieron y en
donde descansan. Y les recordamos su lugar de descanso cada vez que nos decimos
a nosotros mismos: "Descanso en Dios”
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