Mi ofrenda 150 en mi árbol agradecido
79 Que reconozca el
problema para que pueda ser resuelto.
Hoy
quiero darme cuenta de que el problema es siempre alguna forma de resentimiento
que quiero abrigar. Quiero comprender también que la solución es siempre un
milagro al que le permito ocupar el lugar del resentimiento. Hoy quiero
recordar la simplicidad de la salvación, reforzando la lección de que sólo hay
un problema y sólo una solución. El problema es un resentimiento; la solución,
un milagro. E invito a la solución cuando perdono la causa del resentimiento y
le doy la bienvenida al milagro que entonces ocupa su lugar.
Para
las aplicaciones concretas de esta idea puedes usar las siguientes variaciones:
Esto supone un problema
para mí que quiero que se resuelva.
El milagro que se
encuentra tras este resentimiento lo resolverá por mí.
La solución de este
problema es el milagro que el problema oculta.
80.
Permítaseme reconocer que mis problemas se han resuelto.
La
única razón de que parezca tener problemas es que estoy usando el tiempo
indebidamente. Creo que el problema ocurre primero, y que debe transcurrir
cierto tiempo antes de que pueda resolverse. No veo el problema y la solución
como acontecimientos simultáneos. Ello se debe a que aún no me he dado cuenta de
que Dios ubicó la solución junto al problema, de manera que el tiempo no los
pudiera separar. El Espíritu Santo me enseñará esto si se lo permito. Y
comprenderé que es imposible que yo pudiera tener un problema que no se hubiese
resuelto ya.
Las
siguientes variaciones de la idea de hoy resultarán útiles para las
aplicaciones concretas:
No tengo que esperar a
que esto se resuelva.
La solución a este
problema ya se me ha dado, si estoy dispuesto a aceptarla.
El tiempo no puede
separar este problema de su solución.
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