Ofrenda 361 para mi árbol consolador.
1. Padre, a menos que juzgue no puedo sollozar. Tampoco puedo
experimentar dolor o sentirme abandonado o creer que no se me necesita en este
mundo. Éste es mi hogar porque no lo juzgo, y, por lo tanto, es únicamente lo
que Tú quieres que sea. Hoy lo quiero contemplar sin condenarlo, a través de
ojos felices que el perdón haya liberado de toda distorsión. Hoy quiero ver Tu
mundo en lugar del mío. Y me olvidaré de todas las lágrimas que he derramado,
pues su fuente ha desaparecido. Padre, hoy no juzgaré Tu mundo. `
2. El mundo de Dios es un mundo feliz. Los que lo contemplan
pueden tan sólo sumar a él su propia dicha y bendecirlo por ser causa de una
mayor dicha para ellos. Llorábamos porque no entendíamos. Pero hemos aprendido
que el mundo que veíamos era falso, y hoy vamos a contemplar el de Dios.
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